El estafador

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Al llegar a la estación de policía, se dirigió donde su amigo.

—¡Serpiente! ¡Serpiente! —lo llamó—. ¡Amigo, hagas lo que hagas no leas el periódico o... —ve que su amigo está viendo las noticias en la TV— veas la televisión.

En las noticias matutinas estaba el Sr. Raccoon con la tarjetilla que les había comprado.

—Entonces, Sr. Raccoon, ¿cómo es que encontró el famoso cromo de Jones Vagner? —le preguntó Tiffany Chismera.

—Estaba dentro de una pila de cosas, querida Tiffany —respondió el mapache con una sonrisa en su rostro—. Supongo que quien o quienes se deshicieron de él no conocían su verdadero valor.

—¿Cuánto vale este cromo de colección?

—Un poco más de 3.5 millones de dólares.

—Wow, todo un tesoro.

—Ha sido todo un placer poder dar con este tesoro escondido. Estoy muy seguro que más de un comprador va a aumentar el precio para obtener esta pieza de colección.

—Se ha sacado la lotería, señor Raccoon.

—A que sí. Hay que ser solo un tonto para no saber el valor de esta joya.

Serpiente apagó la televisión.

—... ¡Te dije que le preguntaras a Redes cuánto valía la tarjetilla! —gritó la serpiente.

—Está bien, está bien. Es mi culpa —dijo Wolf—. Ese tramposo nos timó. Es bueno, hay que reconocerlo. Pero no se quedará así. Vamos a arreglar las cosas.

***

Los dos amigos entran a la tienda de antigüedades. El Sr. Raccoon estaba limpiando una vitrina donde se estaba exhibiendo el cromo de Jones Vagner.

—¡Nos ha timado! —dijo Wolf claramente molesto.

—Oh, son ustedes —dijo el mapache con una gran sonrisa—.Si no tienen otra pieza de colección de valor incalculable, será mejor que se retiren porque la tienda está cerrada.

—¡Devuélvanos nuestra tarjetilla! —gritó Serpiente.

—¿Hablas del cromo? Creo que te estás confundiendo, amigo. Es mi cromo. Ustedes me lo vendieron. Pagué por él; por lo tanto, es mío, no de ustedes. Fue 100% legal y libre de cargas. Toda una ganga.

—¡Usted nos engañó! —gritó Wolf.

—¡Sí! ¡Y por si no lo sabe, soy policía! —dijo Serpiente.

—Oh, ¿y bajo qué cargos me vas a encerrar? ¿Qué delito he cometido? Yo no tengo la culpa de que ustedes no supieran el valor del cromo. ¿No han oído hablar de internet?

Serpiente miró a Wolf con enojo.

—¡Lo siento! —se disculpó Wolf con sus amigos.

—La vida es injusta, queridos amigos. No saben cuanto lamento decir esto, pero... ¡Los han estafado! —dijo el mapache para luego reírse.

***

—Tres millones —dijo Serpiente—. Odio a ese tipo. Algo me decía que no nos fiáramos de él. Sonríe todo el tiempo. Mermelada hacía lo mismo.

—Lo sé, lo sé. Recuperaremos el cromo —dijo el lobo—. Ese mapache tramposo se metió con las personas equivocadas. Tenemos que recuperar el cromo.

—Espera, espera —habló Serpiente deteniéndose—. ¿Qué planeas hacer?

El lobo se quedó en silencio por unos segundos. Para Serpiente no eran necesarias las palabras, conocía a su amigo.

La gran estafaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora