CAPITULO 28

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Retroceder, Pausar, Avanzar

Lorel

—¿Que buscas de Alda?

Ignazio no era una persona buena, no era lo que todos creían pero la gente se cegaba por su carisma, por su bien vestir, por "premios" por ser bueno en su área pero eso en mi no hizo efecto en mí; desde la primera vez que lo había visto en casa siendo un nuevo "socio" de Carsson lo supe.

—Eso a ti no te importa Lorel.

—Me importa porque es mi hija,no me digas qué debe importarme y que no —Alda podía no llevar mi sangre pero ella y Stella eran mis hijas se habían convertido en eso desde que las conocí desde que supe que ambas les hacia esa figura materna y amiga que no tenían

—No es tu hija Lorel su madre al menos no se mete donde no la llaman, deja de apropiarte de un título que no te pertenece y entiende que no te debe importar que busco o que hago con Alda  no te incumbe —dijo severo.

Sus palabras dolían era cierto que no era mi hija de sangre pero yo había estado para ella en estos años siendo esa figura sin embargo él tenía la maldita razón. 

Eso tenía él sus amenazas no eran impulsivas las cosas las tomaba con calma pero cuando menos te lo imaginabas te atacaba.

—No soy la misma Ignazio no me dejo manejar como lo hice antes, escúchame bien más te vale no estar jugando con ella porque si lo haces seré yo quien le abra los ojos aunque eso signifique romperle el corazón.

Se mantuvo callado pero su molestia iba notandose el sabía que era capaz de hacerlo, ya no era aquella mujer sumisa que él conoció tiempo atrás, ya no me dejaba amedrentar por nadie, ni me dejaba de las amenazas; en aquel tiempo tenía que fingir ser una esposa perfecta un trofeo con el que se pavoneaba Carsson ante todos, mostrándole al mundo "lo fiel y perfecto que era".

La quería era obvio que lo hacía y tal vez ni él ni ella se daban cuenta de ello pero yo sí, desde que la vio no la perdió de vista ni cuando me vio y lo detuve, ni en este momento que la miraba tan intenso, tan sumido en observar cada movimiento de ella.

Y no dudaba que ella también lo quería cada que lo mencioban había un destello en sus ojos y su expresión mostraba un brillo inusual, su postura se relajaba al tenerlo cerca y el cómo lo miraba era como si quisiera plasmar para siempre su rasgos y sus gestos.

Sabía tanto de ello había vivido aquel romance en algún momento de mi vida lo experimente tan profundamente que aún pienso si tal vez el haber dado tanto hizo que nuestro amor se ahogara y se hundiera en ese mar que nos alejó, tal vez era demasiado joven como para saber manejar todo lo que esa persona me daba pero fue mi primer amor, mi único amor y no quería que Alda lo perdiera.

Ella se merecía esto era consciente de ello, se merecía que alguien la quisiera tan intensamente que fuera capaz de dar su vida por ella y aunque no quisiera aceptarlo esa persona era Ignazio.

—No diré nada, Alda no merece que le rompan el corazón —frunció el ceño incrédulo de mi promesa —pero debes decirle Ignazio si no lo haces a tiempo puede enterarse por otros y te aseguro que la perderás porque aunque tu conoces muchas cosas de ella, yo conozco su corazón se lo vulnerable que puede ser dile quien eres en realidad  ella lo entendera, por mi parte te prometo que no diré nada.

—Quisiera creerte pero Lorel, tu y yo sabemos qué me odias y con tal de verme destruido y destruir todo lo que tu ex marido representaba lo harías.

—No Ignazio por encima del odio que te tengo esta Alda, lo hago por ella pero ya te advertí dile la verdad antes que sea demasiado tarde.

Iustitia [COMPLETA +21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora