CAPITULO 22

59 7 4
                                    

Cena y arreglos florales.

Alda

Nunca salí con los chicos que me gustaban, siempre era todo a través de una fiesta unas cuantas copas, una plática banal y luego besos hasta llegar al sexo. Siempre fue así no hubieron citas, no hubo salidas al cine, ni abrazos o agarres de mano era algo que no experimente porque era consciente que de haberlo hecho no habría funcionado. Mi vida hasta los dieciocho fue inestable yendo de un país a otro por el trabajo de mis padres.

En este momento, en esta mesa estoy disfrutando de algo tan banal como comer con la persona que me gusta. Ignazio es un enigma para mí pero también sé que yo lo soy para él y me gusta serlo porque eso da la oportunidad que nuestras conversaciones sean interesantes.

—¿Para que necesitas los expedientes entonces? —no hemos hablado mucho desde que llegamos.

—Trabajo —asiente pero en los poco momentos juntos me he tomado el tiempo de estudiar sus movimientos y expresiones.

—Bueno espero te funcionen.

Tomo  mi copa mientras sigo sus movimientos sin que se de cuenta se mantiene concentrado en su comida hasta que conecta conmigo, Ignazio no sonríe mucho sin embargo luego de terminar su comida me regala una sonrisa que reacciona en mí inmediatamente.

Termina nuestros platos, el camarero trae la carta de postres intento resistirme pero es inevitable cuando me quedo más de un minuto viendo los postres, el camarero se va dejándonos en completo silencio. No quiero hablar de trabajo, tampoco del accidente o de cómo supo de Marco y en realidad me gusta que a pesar de no hablar me sienta cómoda con él.

Su celular suena mira el nombre de quien llama pero lo apaga.

—Deberías responder.

—No quiero saber nada del trabajo Alda.

Su voz es profunda y firme, entiendo perfecto que el tema del trabajo está zanjado.

—¿Como es Alemania? —conocí el país pero fue hace años tendría unos quince años cuando a mis padres les tocó trabajar en aquel país.

Me da una media sonrisa, se acomoda en su lugar y exhala.

—¿Pensé que conocías?

—¿Porque? —en ningún momento le he dicho que conozco el país lo que me hace estremecer queriendo saber.

—Bonita me has hablado en alemán repetidas veces y tu alemán es demasiado fluido para solo haberlo aprendido por hobby.

Sentí como el calor comenzaba a subir por mis mejillas de la reacción que sus palabras provocaron. Pensé en que responderle pero no sabía que responder, mi cabeza comenzó a hacer más fuertes las voces que se reian de mi, por no ser capaz de como actuar en esta situación.

¿Cómo era posible que no tenía problema para hablar ante muchas personas o un juez? Pero si tenía problema a como tomar su confesión.

—Aquí está su postre señorita —la interrupción del camarero hizo que mis pensamientos dejarán de acribillarme concentrándome en el postre.

Se miraba exquisito sin embargo las ganas de él se habían esfumado. Me quede viendo el plato unos minutos ante la mirada expectante de Ignazio al ver que no había dicho nada y no hacía el amago de levantar el cubierto seguía mirándome pero me comenzaba a sentir abrumada por su atención hacia mi y sabía que era escupido sentirme ase cuando tiempo atrás quería que su atención estuviera puesta sobre mí.

Su mano se dirigió al cubierto tomo un pedazo del tiramisú y sin mucha parsimonia lo llevó a su boca, mi ceño se frunció por lo que había hecho.

—Esta pasable pero ninguno se compara a un tiramisú hecho en Italia.

Iustitia [COMPLETA +21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora