Capítulo 23.

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28 de Febrero de 2026.

Viernes.

09:23 a.m.

Los Ángeles.

Departamento de los Hermanos Smith.

Zeus Smith.

Me encontraba desnudo, mientras me retorcía del dolor que estaba sintiendo en ese momento. Fiorellino mío me ordenó que aguardara aquí mientras terminaba con mis hermanos, me dijo que quería estar a solas conmigo cuando sea mi turno, eso era algo que me ponía nervioso en todas las maneras posibles. Perdido en mis pensamientos por el dolor que sentía, no me di cuenta de que Fiorellino mío estaba enfrente de mi, viéndome quejarme de dolor y de placer; disfrutando lo que provocaba en mí.

-Mi niño.-dijo mientras agarraba mi mejilla húmeda por las lagrimas que soltaba a causa del dolor que me recorría.

Abriendo los ojos al sobresaltarme, me di cuenta de como estaba Fiorellino mío. Ella me miraba con una pequeña sonrisa mientras estaba desnuda, dándome el honor de ver su cuerpo lleno de manchas rojas que luego serían moretones, cosa causada por mis hermanos, los cuales ya no se encontraban en la habitación.

Entre el nerviosismo, dolor y placer, hablé:-Mommy... estuve esperándote, como me ordenaste.-

Mientras se arrodillaba ante mi para verme mejor, habló:-Eso veo, Mi Zeus. Has sido un buen niño, ¿Crees merecer un premio por tu buena obediencia?-dijo mientras me miraba con un puchero fingido.

Respondí con lo obvio.-Si, Mommy.-dije asintiendo con la cabeza repetidas veces por culpa de la desesperación y apretando mis dientes por estar soportando el dolor.

-¿Y como se pide eso, Mi Niño?.-dijo mientras pasaba sus manos por mi cuello, como si estuviera admirado algo.

Joder.

-Por favor, Mommy, necesito mi premio.- dije soltando un suspiro por toda la situación.

-Si necesitas eso te lo voy a dar, Mi Niño. Ahora, siéntate bien y apoya tu espalda en el sillón.

Asentí cohibido mientras me recostaba en el respaldo del sillón en el que estábamos. No me había dado cuenta hasta ese momento de como se encontraba mi polla, estaba erecta y con la punta demasiado roja, parecía que iba a explotar.

Carajo.

Necesitaba todo de ella, su cariño, sus caricias, su amor... Necesitaba que ella me cuidara, que me amara, necesitaba que me proteja.

La necesitaba, en todas las formas habidas y por a ver.

Ella se sentó en mis muslos para poder tener acceso a mi polla, mientras empezaba dándome un beso, el cual correspondí con gusto y nervios; Empezó a masajear mi polla con lentitud provocando que deje de besarla para soltar un fuerte gemido. Con tan solo ese pequeño toque suyo, ya era un mar de gemidos.

Ella tenía todo tipo de control sobre mi, y no voy a negarlo. Ella podría destruirme de cualquier forma, y lo peor, no la detendría. Ser destruido por ella sería una de las sensaciones más placenteras que podría sentir.

Después de estar torturándome con su ritmo por unos minutos, aumentó el rimo haciendo que eche la cabeza hacia atrás, dándole la oportunidad perfecta para clavar su cabeza en mi cuello, así llenándome de besos que me debilitaron hasta el alma. Saboreaba mi cuello como si fuera un maldito dulce, como si fuera su dulce favorito.

Aprovechando que tenía acceso a mi cuello, me habló al oído en un susurro:-No te puedes venir hasta que te dé permiso. ¿Lo entiendes, Mi Zeus?.-

Mierda.

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