Los personajes no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi. Esto es sin fines de lucro, solo diversión por y para los fan.
Día 7 de mi desafío "Siete días con Sweet" si has llegado hasta aquí ¡muchas gracias!
—O—
La menor de los Tendo siempre había sido popular en Furinkan, de belleza inigualable y con una personalidad peculiar la chica era inevitablemente el centro de atención, pero a sus cortos dieciséis años su vida de adolescente había dado un giro importante; de pronto estaba comprometida con un desconocido del que incluso su padre apenas sabía su nombre, sí, era totalmente ridículo. Sin embargo luego de algunas confusiones y confesiones la llegada de ese chico a su vida era toda una aventura.
Al principio siempre hubo roces ella poseía una personalidad fuerte y demandante, de valores claros e inamovibles, decisiva de una sola línea; mientras que él intentaba concentrar toda sus energías en el entrenamiento de las artes marciales estilo libre y lidiar con las hormonas de la adolescencia y su corajuda prometida quien lo hacía perder los estribos con suma frecuencia, aunque también había buenos momentos en esa nueva familia que lo adoptó porque ahora tenía dos hermanas mayores, dos papás y un anciano que podría ser el tatarabuelo...
Rodeado de amigos locos, en su mayoría malditos al igual que él pero que siempre lo metían en líos. Y cómo dejar afuera la larga fila de "autodenominadas prometidas" quienes llevaron al límite la paciencia de su única y oficial prometida, Akane. Pese a todo, la relación de ambos comenzó con una simple amistad y a medida que pasaba el tiempo tanto él como ella fueron generando un sentimiento profundo el uno por el otro. Decirlo no era opción, eran muy testarudos, orgullosos e inexpertos en ese ámbito llamado "amor" no obstante, las acciones entre la pareja lo demostraba con creces.
¿Se gustaban? ¡Claro que sí! Y no era tan simple, porque ambos deseaban pasar el resto de sus días al lado del otro. El amor se alojó en sus corazones de forma intensa e insondable, y no había nada ni nadie que pudiera impedir lo que ellos sentían.
Poco eran los instantes en que podían apreciarse sin miradas acusadoras, era difícil encontrar la circunstancia adecuada más no imposible...
—En las mañanas siempre salimos corriendo de casa —reprochaba Akane mientras caminaban por los pasillos vacíos de Furinkan.
—Es que no entiendes que un deportista como yo, debe dormir más de ocho horas —refutaba Ranma con las manos detrás de la nuca viéndola de reojo.
La menor estaba algo indignada, al parecer él no comprendía la indirecta.
—¡Eres un flojo Ranma! Y ahora nos toca limpiar el aula —soltó ella posando la mano sobre el pomo de la puerta.
—Ya deja de alegar Akane, tu barres y yo limpio el pizarrón —comentó despreocupado.
La chica lo observó con los ojos entre abiertos, tomó la escoba y la pala y limpió el suelo mientras Ranma hacía lo suyo, luego fue y pasó un paño por las ventanas para finalmente cerrar todas las cortinas. Akane se acomodó en un pupitre al final del aula, lo miraba detenidamente mientras este se tomaba todo el tiempo del mundo, luego giró y vio hacia la puerta y volvió a verla regalándole una mirada que solo era para ella. La pelicorto sintió estremecerse, pronto él tomaba una silla y se posaba a su lado, el silencio era absoluto; solo se oía un ligero y acompasado respirar, sus corazones latían desbocados pero callar era parte de esa intimidad que habían decidido realizar.
De pronto la mano de Ranma se acercó de tal modo que rosó uno de los delgados dedos de Akane, sus mejillas se colorearon rápidamente y es que era la primera vez que tenían ese tipo de acercamiento. Él tragó nervioso y ella se mordió el labio inferior disfrutando de ese tibio y sutil roce, ninguno quería alejarse pero los dos minutos que estuvieron así era más que suficiente para regresar a casa.
Tomaron sus bolsos y caminaron hasta llegar a la residencia Tendo, él se fue al dojo y ella por una ducha caliente. Una hora después cenaban, como de costumbre la pareja se sentaba junta y como cada noche saltaba un comentario que los hacía enojar...
—Vamos Ranma, ya que Akane no quiere nada contigo ¿Qué tal unas fotografías practicando en el dojo? —pedía Nabiki.
—No me convertiré en chica, no quiero —se negaba rotundamente.
—Nada de eso, tengo un grupo de compañeras que gustan de ti ¿no te molesta verdad Akane? — preguntó suspicaz la castaña, la aludida alzó su respingada nariz ignorándola pero arrastró la punta de sus palillos por el plato de curry haciendo que todos se estremecieran ante el chirriante y molestoso ruido.
—Nabiki basta —dijo una gentil Kasumi intentando amenizar la situación.
—Te daré un porcentaje de las ganancias —arremetía Nabiki.
—Está bien, lo haré necesito dinero —respondió Ranma viendo la reacción de su adorada prometida, la chica algo sorprendida quiso enviarlo al demonio pero justo por debajo de la mesa, este acariciaba su mano sosegándola oportunamente.
Ese roce era como su señal más íntima e inmensurable, nada más existía en ese momento.
—Pero con una condición —pidió Ranma, Nabiki arqueó la ceja ante sus palabras —Que Akane tome las fotografías.
Todo mundo no entendió el punto de aquello, incluso Akane pensó que la idea era absurda ¿por qué ella querría sacarle fotografías y todavía venderlas a chicas extrañas?
Nabiki completamente convencida de que el chico de la trenza era oro y plata, le entregó su preciada cámara a su hermana menor justo después de cenar cuando todos se fueron a la cama; la pareja se encontraba en el dojo.
—Solo toma mi mejor ángulo Akane —pedía Ranma con aires de fanfarrón mientras ella maldecía en su interior.
—¡Engreído! —le escupió entre dientes mientras tomaba alrededor de cinco fotografías, las cuales salían impresas de forma inmediata.
Cuando Ranma vio las imágenes, soltó una risotada que hizo eco dentro del dojo. Akane se le acercó curiosa y sonrió más que satisfecha, resultó ser que en cada una de ellas solo se le veía el cabello o los pies, una pierna o parte del hombro. Y claro está, el chico sabía que su celosa prometida no le tomaría una sola fotografía decente y mucho menos si era para venderla a otras mujeres.
Juntos apagaron las luces y subieron las escaleras tomados de la mano, las puertas de su habitación estaban una al lado de otra, se vieron con dulzura y por última vez ese día rosaron sus dedos antes de separarse.
Lo que Ranma no sabía es que Akane si tomó una sola fotografía de su guapo prometido, porque debía aprovechar y atesorar ese momento solo para ella.
Fin
Nota del autor
Estimado lector, hemos llegado al final de este breve desafío. Es gratificante poder terminarlo sin inconvenientes. Agradezco a cada uno de ustedes por poder apoyar con sus valiosas lecturas y opiniones, este último capítulo también fue inspirado en un fanart de iro_8716 en twitter. En esa imagen podrán ver a la pareja estrella apoyados en una mesa y rosando sus manos con mejillas coloradas como fresa.
Estos siete shot estuvieron llenos de dulzura, sí, a veces también escribo bien rosita. Realmente lo disfruté, historias breves pero concisas y con finales felices porque aunque sea ficción queremos leer cosas alegres siempre.
Este capítulo en particular va dedicado a mi querida Benani, quien en cuanto le conté la idea me animó positivamente. ¡Gracias por apañarme! Sobre todo en días grises, te quiero.
Invitados todos a dejar sus comentarios y votos en la estrella.
Desde Chile una fan más de Ranma.
¡Y que nunca muera el fandom!
Sweetsimphony._
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Siete días con Sweet
FanfictionSiete días, diferentes escenarios, un solo fandom. One shot /AU