4. Time to leave things behind

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MOMENTO DE DEJAR LAS COSAS ATRÁS

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La luz comenzó a intensificarse en la habitación que tenía Emma. Por más que hubiera querido quedarse en esa cama para siempre y no levantarse nunca más, la intensa luz del sol impactando directamente en su cara se lo impidió.

Emma abrió los ojos con pesadez, y en cuanto lo hizo, fue como si un balde de agua fría hubiera caído sobre ella. Ya no podía llorar: las lágrimas se negaban a salir de sus ojos, pero eso no impedía que el sentimiento de culpa desapareciera de su sistema.

La castaña observó el lugar en el que se encontraba: era un cuarto oscuro con unas cortinas verdes y bastante tétrica en su opinión. A su lado se encontró a Felix descansado tranquilamente; Emma dejó un corto beso en la cabecita de el felino. Dirigió su mirada a su mano en la cual sintió una punzada cuando se intentó apoyar en ella; su mano derecha estaba completamente vendada.

En el armario enfrente de ella ya posaba Beauty dentro de su jaula. La lechuza úlulaba feliz al ver a su dueña despierta por fin. En la mesita a su derecha se encontraba su varita y la otra replica de la diadema que Emma había regalado.

La castaña la tomó con cuidado y trazó un camino con su mano izquierda, admirando cada mínimo detalle de la diadema. Emma sonrió tristemente al recordar el momento en que la había recibido.

Dando un suspiro de tristeza Emma se puso en pie y decidió ir a arreglarse.

Se tomó su tiempo, pero al final estuvo completamente lista: no llevaba nada especial en realidad, pero eran cosas que tienen mucho apreció para ella. Cada prenda que portaba tenía un significado y un recuerdo muy importante. Llevaba unos jeans junto a una blusa celeste, unos zapatos deportivos blancos y, como no, su amada diadema.

Dando un último suspiro abrió la puerta de la habitación y salió escaleras abajo. En su transcurso a la cocina se topo con elfo (bastante grosero si se lo preguntabas) pero Emma no le dió mucha importancia. Mientras bajaba, creyó escuchar voces provenientes del lugar a donde se dirigía:

—Dumbledore nos advirtió… Nos lo dijo.

—Ninguno creía que pasaría. Tan solo parecían simples amenazas.

—Aun así debimos actuar en cuanto fuimos avisados. No lo hicimos y ahora…

—¡Basta! Emma despertará pronto, y saben lo que significa. ¿Estás seguro de que es buena idea, Remus?

—Completamente, tiene que ir. Tiene que despedirse y… poder superarlo.

La castaña entonces apareció en la puerta del salón, logrando que todos guardaran silencio rápidamente.

—¿Interrumpí algo?

—Oh, nada, Emma cielo, nada —dijo la señora Weasley, abrazándola—. No sabes cuanto lo lamento, cariño. Sabes que cualquier cosa…

—Gracias —susurró Emma.

Cada uno de los presentes (conocidos de Emma, claro) le dieron al menos unas palabras de aliento, y la castaña estaba muy agradecida por eso.

El desayuno fue bastante tranquilo y normal dentro de lo que cabe. Emma comió lento y con poca gana, fue la última en terminar, de hecho.

Luego de la comida Lupin, su padrino, le dió una breve explicación de a dónde irían: al funeral de los Williams. Emma estuvo un tanto extrañada, ¿por qué tan rápido un funeral? Es decir, no le molestaba, pero era bastante curioso.

Emma y la Orden del FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora