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Navier leía atentamente cada palabra de aquel documento, su trabajo como emperatriz era complicado

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Navier leía atentamente cada palabra de aquel documento, su trabajo como emperatriz era complicado. Pero ella había sido preparada desde su niñez para el puesto de emperatriz, cuando el difunto emperador confirmó su compromiso con el príncipe heredero.

El suave golpe de nudillos en la puerta la hizo mirar hacia aquella dirección, y sin desviar su atención dio permiso para pasar a su dama de compañía.

—Emperatriz, el segundo príncipe de Obelia solicita una reunión privada con su majestad real. — Anunció de forma calmada y educada.

Un suspiro salió de la noble cuando escuchó quien vino a visitarla.

El segundo príncipe de Obelia había venido como representante de su imperio, porque su hermano no podía dejar sus deberes como emperador.

—Hazlo pasar.

— ¿Traigo té para que hablen su majestad? —Asintió antes de preguntar.

—Sí, si el príncipe desea tener una prolongada conversación, es mejor tener algo que beber. —Habló parándose de su asiento para salir de su oficina y caminar hacia la sala de invitados, donde la esperaba el príncipe.

Al verla, el mencionado, se puso de pie e hizo una reverencia.

—Es un honor poder estar frente a la luna del imperio Oriente. Yo, Claude Day de Alger Obelia, humildemente vengo a presentar mis respetos ante la emperatriz. Que la bendición de la diosa siempre esté con usted.

—Por favor, todos retírense. — Ordenó después de corresponder el saludo dado por el príncipe. Antes de que todos los sirvientes se retiraran, entró una criada y sirvió el té. Una vez estando solos, ambos adultos se sentaron frente a frente en los cómodos sofás. — ¿Qué lo trae por aquí príncipe?

—Doy mis sinceras disculpas si la he molestado durante su trabajo.

—No se preocupe, siempre tengo tiempo para atender a los que me llaman.

—Me alegra saberlo. —Sonrió, llevándose la taza de porcelana a sus labios. —He venido aquí a hacerle una petición a la única Luna del imperio.

—"¿Una petición del príncipe de uno de los más grandes imperios?" —Navier sentía como la curiosidad la comía viva.

—Le vengo a pedir que me convierta en su concubino. — Habló firmemente.

— ¿Qué? — Susurró estupefacta, mientras que sus pómulos se volvían carmesí.

Definitivamente la propuesta la había tomado desprevenida.

—El emperador ha traído a una concubina para que dé a luz a sus hijos debido a su infertilidad. —No era ningún secreto de que Navier era infértil, pero aun así le dolía que se lo recordaran. — Usted tiene todo el derecho de tomar a un amante bajo su cuidado.

¡𝑴𝒂𝒋𝒆𝒔𝒕𝒂𝒅 𝒅𝒆́𝒋𝒆𝒎𝒆 𝒂𝒎𝒂𝒓𝒍𝒂!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora