Capítulo 27

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Me aparté de sus labios como si de alguna forma necesitara hacerlo para coger aire y seguir besándolo; sin embargo, no era ésa la razón, sino que, mientras me entregaba en aquel beso, ese mismo que significaba una segunda oportunidad, me encontré ansiosa por sentirlo mío. Mío completamente.

—Hazme el amor, Hadrien, por una sola noche, hazme el amor —le pedí en un susurro.

Sus ojos negros brillaron ante mi petición y sin perder tiempo me tomó entre sus brazos y bajó de un salto del techo.

Aferré mis manos a su cuello y solté una risa cuando se movió con rapidez metiéndonos dentro de la cabaña en cuestión de segundos.

Acto seguido, me recostó sobre una mullida alfombra que se encontraba frente a una chimenea, la misma que se mantenía encendida.

Las llamas bailoteaban entre la oscuridad formando cientos de sombras y desprendiendo su calor que se apreciaba como un exquisito abrigo sobre mi piel fría que poco a poco se acostumbró a aquella calidez que no dejó de percibir incluso al estar en...

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Las llamas bailoteaban entre la oscuridad formando cientos de sombras y desprendiendo su calor que se apreciaba como un exquisito abrigo sobre mi piel fría que poco a poco se acostumbró a aquella calidez que no dejó de percibir incluso al estar envuelta entre los fríos brazos de Hadrien.

Lo miré a la cara, él me sonrió y luego me besó, le respondí sumiendo en aquel romanticismo que se sintió entre nosotros; parecía que desarrollábamos una escena de esas películas románticas que transmitían por televisión.

Con delicadeza me despojó de mi vestido, desprendiendo la tela despacio, presionando sus labios contra mi piel expuesta mientras seguía bajando la tela, humedeciéndola y produciéndome un placentero estremecimiento por todo mi ser, dejando un sendero de besos húmedos hasta llegar a mi sexo.

Un audible gemido escapó de mi boca al sentir el contacto de su lengua acariciando mi parte más sensible. Cerré mis ojos dejándome hacer. Disfrutando de las sensaciones que eran más intensas al ser vampiro, cien veces mejor.

Los brazos de Hadrien se extendieron y sus manos se encargaban de presionar mis pechos, atrapando con sus dedos mis delicados pezones mientras seguía con esa dulce tortura sobre mi sexo.

Eché la cabeza hacia atrás dejándome invadir por el flujo de sensaciones que me recorría; movía mis caderas contra su boca, atrapaba sus manos bajo las mías, presionándolas, buscando más en aquellas caricias que elevaban mi temperatura incluso al no mostrarlo físicamente, lo sentía en mi interior.

Era como fuego extendiéndose sin control, quemándome la piel desde dentro para al final centrarse en mi vientre bajo, ahí donde Hadrien no paraba de hacer maravillas con su boca.

Y así, poco a poco una oleada de calor más intensa y fuerte me invadió haciéndome estallar de placer y permitiéndome tocar las estrellas con mis dedos mientras una mueca de satisfacción surcaba mis labios que entreabiertos gemían el nombre de Hadrien una y otra vez al tiempo que aquel orgasmo pasaba por mi cuerpo.

Abrí los ojos y me enderecé un poco apoyándome en mis codos, con los espasmos del orgasmo atravesándome entera.

Él seguía entre mis piernas, me dio un beso en la cara interna de mis muslos levantando la vista, dejando entrever su satisfacción, mostrándome una sonrisa, nada de sonrisa arrogante, era una genuina y dulce.

A tu lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora