Capítulo 33

202K 12.2K 3.8K
                                    

Hadrien no dijo nada más, no insistió y lanzándome una mirada desdeñosa salió de la habitación hecho una furia, dando un sonoro portazo.

Cuando hube estado sola el agotamiento a causa de mi falta de alimentación me venció; necesitaba alimentarme, pero ahora mi cabeza tenía cosas más importantes en las cuales pensar como para prestarle atención a la debilidad que me hizo flaquear las piernas.

Apoyé mi cuerpo contra la puerta y después me deslicé lentamente por ella hasta caer al suelo mientras lágrimas de sangre bañaban mi rostro. Sabía cuánto me iba a debilitar estarlo haciendo, pero me sentía tan triste, tan rota, atrapada en un patrón de peleas y secretos que creí acabaría; todo fue tan perfecto cuando estuvimos en Inglaterra, parecíamos otras personas y tuve la esperanza de que esto que teníamos podría funcionar, pero obstáculos se interponían y frustraban mis esperanzas que se desmoronaban frente a mis ojos como una página en llamas haciéndose cenizas.

Quería entender todo lo que me estaba sucediendo haciendo un lado mis problemas con él.

En primer lugar, ¿por qué Hadrien le había dicho a Amelia que la amaba? Era una duda que necesitaba que él aclarara, ¿Cuándo ocurrió? ¿Había sucedido hace poco? Ciertamente me arrepentía de no haberlo dejado explicarme.

En segundo lugar, se encontraba lo de su alma gemela muerta. Necesitaba saber todos los detalles, entender por qué nos tenía que suceder esto a nosotros, quién era esa joven y por qué Hadrien corrió con la suerte de encontrar a su alma gemela por segunda ocasión.

Y, por último, pero no menos importante, estaba Brent; ignoraba si los licántropos tenían algo similar a las almas gemelas de los vampiros, o si en su mundo era completamente diferente. Y qué tenía yo que ver en ese asunto, si de verdad mi lugar era a lado de Brent, si Hadrien fue el intruso que interfirió en el destino para que Brent y yo jamás nos encontráramos o si en realidad siempre mi destino estuvo atado al de Hadrien.

Solté un largo y triste suspiro deteniendo el llanto de frustración que me atacó, sintiendo como mis ojos comenzaban a cerrarse.

Traté de ponerme de pie, pero me fue inútil. La sangre de Hadrien me dejaba satisfecha por más tiempo, pero a causa de mis repentinos ataques de llanto me había debilitado rápidamente y éstas eran las consecuencias.

Intenté extender el brazo para abrir la puerta, pero a duras penas logré hacerlo, mas de nada sirvió, caí al suelo y mis ojos se cerraron de golpe, más no perdí la conciencia, me mantenía despierta —por así decirlo— dentro de mí.

—Gabrielle —oí la voz de Hadrien a la lejanía.

Quise sonreír al saberlo tan cerca. Y agradecí al lazo que nos unía y que le hacía saber cuándo yo lo necesitaba.

Sentí su brazo deslizarse por debajo de mi cabeza y alzarme del suelo pegándome a su cuerpo protectoramente; me tocó la mejilla suavemente y luego percibí el olor de su sangre.

—Por favor mi amor, bebe —susurró en mi oído, si fuera humana aquellas palabras le habrían dado un salto de alegría a mi corazón.

Segundos después su sangre mojó mis labios, los mismos que abrí débilmente permitiendo que ella entrara con prisa a mi boca; casi suspiro de felicidad y satisfacción al ingerirla, cogiéndolo del brazo con fuerza, aferrándome a él para beber más de prisa.

Y mientras bebía me sentía más unida a él, como si mi corazón muerto estuviese siendo uno con el suyo.

Abrí los ojos mirando los suyos al hacerlo; su mirada se dulcificó un poco y pese a estarse debilitando, no me detuvo en lo absoluto, sino que me permitió seguir hasta que quedara satisfecha.

A tu lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora