veintidos

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Es difícil planear algo y mucho menos tener dos días libres. De alguna manera, necesitan estar aquí o estar allá o aparecer aquí o aparecer "inesperadamente" allí a las dieciocho horas de cada día y es agotador.

Meses después, finalmente logran algo.

Dos días, eso es todo lo que obtienen. Un pequeño respiro por el gran éxito de su debut, una recompensa que les permite reagruparse un poco antes de partir para hacer cosas mejores y más grandes.

Se suponía que Yuna se quedaría en el dormitorio, pero Jisoo la convenció de que fuera con ella y sus padres a una noche elegante. Chaeryoung le prometió a su hermana pequeña que le daría copias autografiadas de sus dos últimos álbumes así que se fue a casa.

Ryujin dijo que se va a casa a pasar un fin de semana tranquilo pero, en realidad, va con Yeji a Jeonju, lejos de Seúl. Su hermana mayor tiene un apartamento cerca de su universidad y sus padres se van a Gwangju para una boda la noche en que llegan ella y Ryujin.

Asi que.

"¿Estaremos solas?" Ryujin se asegura, estirando la mano para ajustar la gorra de Yeji. Está bien, pero no estaría de más ser más cuidadosas.

"Sí", mira cuidadosamente a una anciana que las tiene en su campo de visión, pero parece demasiado absorta en su teléfono para prestarles atención. Yeji entrelaza sus dedos, no puede besar el dorso de las manos de Ryujin con las máscarillas, así que mete sus manos dentro del bolsillo de su abrigo. "Solo nosotras."


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Es como una versión cruda de roleplay.

Ambas saben lo que sucederá en la noche, el propósito de su pequeña escapada, y la espera hace que más tarde valga la pena.

Los padres de Yeji tienen la amabilidad de recogerlas en la estación y hacerles preguntas típicas sobre cuándo su ahora famosa hija trae a casa a otro amiga famosa. Su mamá prepara un festín a pesar de que solo son cuatro, y no les permite moverse ni un centímetro de la sala de estar después de comer.

"¿Quieres tomar una siesta?" le pregunta a la más joven, actualmente tumbada en su sofá, envuelta en la manta afgana que hizo su madre hace unos años, con las mejillas un poco rosadas por el calor.

Ryujin la mira somnolienta y asiente.

Sus padres no hacieron mucho a su cuarto aparte de quitarle el polvo y limpiarlo de vez en cuando. Las sábanas estaban cambiadas y todo estaba en su sitio, incluido un osito que siempre tuvo desde pequeña. Ahora se ve más pequeño, pero a Yeji le gusta tenerlo encima de su cama.

Ryujin entra, todavía envuelta y hace pucheros. "¿Qué, no hay posters de idols?"

"Lo intenté, pero la cinta seguía pegándose y mi papá me hizo limpiar y volver a pintar mis paredes un verano. No vale la pena."

Con desaprobación, Ryujin se calla, invitándose a sí misma y retirando las sábanas, recostándose con Yeji todavía de pie a los pies de la cama.

"Existen cintas de póster", el gruñido se ahoga con la imagen de ella rodando en la cama de la infancia de Yeji, con los brazos estirados como un gato.

"Okay, bueno, dejaré que te acomodes. Yo solo...", abre la parte superior del cajón de la mesita de noche, recuerda que es donde guarda sus cintas para el cabello, y absolutamente no una caja de condones para alfa sin abrir. Yeji salta hacia atrás como si se hubiera quemado, cerrando el cajón con tanta fuerza que hace sonar la lámpara. Ryujin la ve con una mirada gélida por perturbar el silencio. "Yo-mamá, necesito hablar con mi mamáahoramismo".

Ella pisa fuerte todo el camino a la cocina, su padre levanta la vista de su teléfono cuando ella jala su madre al pasillo.

"¿Por qué?"

Resulta que los instintos maternales son más peligrosos de lo que parecen, su madre viendo a travez de ella cuando llamó hace un par de días para avisarles que regresaría a casa con una amiga. Precaución, le dice; dice que confía en que Yeji sepa la importancia de la protección, pero se aseguró de que no se agotaran.

Yeji no se pierde la forma en que su mamá compró una caja con veinticuatro paquetes.

Ella se despide de sus padres desde la entrada, todavía con la cara roja, y cuando regresa a su habitación, Ryujin ya había ocupado el lado izquierdo de la cama, acurrucado hacia el centro, y Yeji agrega en silencio la caja de tres condones que compró. Se ve pequeña al lado de la otra, pero ambas tienen el mismo propósito.

Yeji se pone una camisa vieja de la escuela secundaria y se acuesta, moviéndose para abrazar a Ryujin y trata de no emocionarse demasiado por lo que sucederá cuando se despierten.

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A Mitad De Camino - Ryeji ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora