CAPÍTULO 36

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VICTORIA

Junio 30, Mexico.

Me quedé toda la noche mirando por la ventana, se que Aurelio no está desde temprano, no se donde está el bebé, tal vez, ya lo mató también. Yo solo me quedé sentada esperando mi momento también, quiero que esta mierda termine ya.

No puedo dormir, siento que en cualquier momento me van hacer lo que más temo.

  Entran en la habitación y ni me molesto en mirar solo me quedo con la cabeza recostada contra el cristal con las piernas envueltas en mis brazos. Yo solo quiero morirme.

Me toman del brazo con fuerza y me obligan a ponerme de pie.

—¡Ya te llego tu hora perra malparida! —me dice Elizabeth iracunda, su rabia sobre mi y mis ojos se clavan en ella mientras repaso su rostro.

—No me... —no termino de hablar cuando...

Dos hombres me toman de los brazos y se reviven los recuerdos que tanto me atormentaron.

El corazón se me acelera mientras me arrastran fuera de la habitación, el aire se me corta y siento que me va a dar un ataque al corazón. Me arrastran escaleras abajo sin soltarme mientras Elizabeth va campante y sonriente como niña en feria.

Pataleo y grito sintiendo que todo lo que sane solo fue una cortina de humo.

bajamos unas escaleras y el olor a humedad y sangre llega a mi nariz. Intento sacarme del agarre pero es imposible, me sueltan de golpe tirándome al suelo y mis rodillas se maltratan. Me giro rápido poniéndome de pie contra la pared, estoy entrenada para atacar y defenderme y...

Mi mano se clava en el hombro del que tengo mas cerca de mi, doy el golpe que no logra esquivar y mis manos se envuelven en su cuello mientras siento los pasos rápidos de los demás a la vez que intento desarmarlo.

Hay antorchas en las paredes y Elizabeth Torres se pone de pie frente a mi cuando me sujetan.

—¿Ahora no eres tan valiente princesa? —pregunta ella con burla.

—Suéltame y vamos a ver. —digo jaloneando.

Ella hace un gesto con la mano, me vuelven a levantar y me amarran a los costados del lugar, mi respiración no funciona y...

— ¡Habla maldita sea! —me grita Elizabeth.

Me da un puñetazo que me pone a saborear la sangre en mi boca y me hace lastimar mis muñecas cuando tiro del amarre. Veo a uno de los secuaces de Elizabeth grabando y se que lo usara para amenazar al ejercito.

Aparto mis ojos de la cámara. No quiero que me vean así.

La sangre se desliza por el vértice de mi boca.

Elizabeth comienza a hacerme preguntas intentando que hable sobre las misiones que teníamos planeadas contra ellos, intenta sacar información sobre la mafia Italiana y la Bratva ya que son sus enemigos. No contesto y eso la enfurece más, haciendo que me de más golpes.

—Sigue golpeándome que no va a conseguir que cuente nada. —digo con voz ronca.— Tengo un juramento y no voy a romperlo. Soy un soldado y no voy a dejar de serlo, —su puño impacta esta vez contra mi abdomen y escupo respirando mal— y no soy una mujer cualquiera, con el corazón roto y el alma despedazada sigo caminando.

La cabeza me cuelga hacia delante mientras ella me grita enfurecida.

—¿Por que los proteges tanto? —me grita y no respondo.

NOSOTROS (II) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora