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El dolor agudo y penetrante invadía mi cuerpo, marcado por vendajes y cicatrices que atestiguaban las batallas que había librado en mi vida anterior. Mientras reposaba en aquella cama de hospital, me sumergí en una profunda reflexión sobre mi pasado y las decisiones que me habían llevado hasta ese punto. A los 18 años, creí que poner fin a mi vida sería la única vía de escape ante el sufrimiento, pero ahora comprendía que esa no había sido la solución.

Siempre me esforzaba por hacer lo correcto, seguir las normas y ser una buena persona. Sin embargo, de alguna manera, sentía que las personas a mi alrededor solo se alejaban o morían en sucesos extraños. Me sentía maldita. Las voces en mi mente persistían, atormentándome con mis fallas y fracasos. Por más que intentara bloquearlas, siempre persistían, recordándome mi dolor y soledad.

En ese instante, experimenté una extraña sensación, como si algo me estuviera atrayendo hacia un lugar desconocido. Una fuerza irresistible me arrastraba hacia lo desconocido, hacia algo suave y doloroso al mismo tiempo. No tenía idea si esta era la sensación de morir o si mi alma vagaba hacia el abismo. Pero en ese instante, esos detalles carecían de importancia. Estaba dispuesta a aceptar mi destino, cualquiera que fuese.

Después de lo que pareció una eternidad, comencé a abrir los ojos con lentitud. Me encontraba en una habitación de hospital, pero algo era diferente. Analice mi entorno minuciosamente, y cada detalle parecía delineado con una precisión asombrosa, el lugar me resultaba familiar. ¡No podía ser! ¿Acaso estaba en... en el mundo de Naruto?¿Cómo era posible?

Me era imposible creer lo que veía. Nunca había tenido fe en la reencarnación ni en un ser supremo, y sin embargo, allí estaba, en un lugar que solo conocía por la pantalla de mi celular. Un sutil dolor me invade y los recuerdos del Naruto original empiezan a entremezclarse en mi mente, borrosos e inexactos. Daba la sensación de que su propio cerebro había bloqueado los eventos traumáticos que atravesó. Aun así, había algunas certezas. Los principales culpables de los estragos infligidos en Naruto eran sus padres y los aldeanos, seres despiadados que lo trataban como un monstruo.

No había duda ahora, sabía dónde estaba y en qué cuerpo estaba. Aunque me costaba moverme, sabía que debía permanecer en este desagradable hospital durante unos días más, si es que me permitían quedarme. Seguramente, muchos me odiaban por haber "arrebatado a sus seres queridos", sin darse cuenta de que solo era un alma perdida en busca de redención.

El dolor volvió a embargarme, y nuevamente perdí el conocimiento.

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Me desperté una vez más, en el mismo sitio, recordandome que no era un sueño. Estaba verdaderamente en el mundo de Naruto. No importaba cuánto me esforzara, los recuerdos que había recibido del Naruto original seguían siendo confusos y poco precisos. 

No podía evitar sentir ira y resentimiento hacia aquellos que trataron tan cruelmente a Naruto. ¿Cómo podían ser tan despiadados y crueles? ¿Cómo pudieron dar la espalda a un niño inocente y abandonarlo en la soledad y el dolor? Mi corazón se llenaba de indignación ante la falta de compasión y empatía de aquellos que debieron haber sido su familia y comunidad.

Hice un esfuerzo por moverme nuevamente, y aunque aún sentía dolor, esta vez era más soportable. Decidí aguardar pacientemente mi recuperación, consciente de que tendría que enfrentar un mundo que me veía como una amenaza. No importaba lo que este nuevo mundo me deparará, no permitiría quebrantarme. Estaba decidida a cambiar las cosas, a que las personas que hicieron daño a Naruto pagaran el daño que hicieron.

MI VIDA EN NARUTO (REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora