Ojitos lindos

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Kasandra.

Nunca me ha gustado sentirme acorralada y el que intentaran sacarme de mi casa no iba a ser diferente. De una forma un tanto surreal había terminado volviendo a un pasado al que nunca quise volver, aunque lo hacía de forma diferente. Con diecisiete años había llegado a la residencia de Kate con el objetivo de cumplir mis sueños, pero los sueños de uno no siempre son lo que se espera. Era más que evidente el cambio que había dado no solo mis circunstancias y yo, si no también las de Liam.

Me daba pavor mirar a Liam a la cara, un pavor impresionante, no quería que me viera así, no quería que me viese nadie. Liam me dejó un café cargado a mi lado y también una caja de pañuelos. No lo miré, no quería que me viera hundida.

―Aquí está el café, cuidado que está caliente ―dijo él.

Mi prima iba por toda la tienda mirando discos, supongo que intentando darnos un espacio que yo no quería que me diesen. Noté como abrían la puerta, pero ni quise darme la vuelta para que me viesen. Me soné la nariz, no podía ni respirar con los mocos en ella.

Quien entró fue una chica que preguntaba por algo muy concreto, noté a Liam algo dubitativo porque no sabía si tenía el disco que pedía. Lo seguí viendo dubitativo cuando la chica le preguntó si le podía recomendar un disco o grupo como ese.

―Pues la verdad... ―Comenzó él.

―Hola, ¿Necesitas ayuda? ―le pregunté a ella.

―Sí, es que buscaba un disco, pero no lo tenéis ―contestó ella. Bueno, se pensaba que yo trabajaba allí. Yo asentí. Sabía cuál se refería.

―Mira, si buscas de ese estilo te puedo recomendar este cantante ―dije y fui hacia el sitio donde había visto el disco.

―Es que no es para mí... Así que no sé si le gustará ―respondió.

Vi a la chica indecisa, miré a Liam que me respondió observándome con incredulidad. Sonreí y le contesté.

―Si le gusta ese tipo de música, Daughtry le gustará. ¿Sabes si lo escucha? ―pregunté.

―No me suena ―contestó ella.

―Vale, por si quiere hacer colección te dejo este disco, aunque también está el vinilo. ¿Cuál prefieres?

―El vinilo ―respondió con una sonrisa.

Liam agarró el vinilo y se lo dio, fueron al mostrador y ella sonrió como una niña porque había encontrado algo especial, algo que no mucha gente encuentra cuando va a buscar un buen regalo.

―¿Quieres oír alguna canción? ―Ofrecí.

―¿Puedo? ―Preguntó. Yo asentí. ―Vale.

Le puse la canción "No surprise", ella cerró los ojos y los cuatro escuchamos por los altavoces la canción. Era bonita y triste a la vez, te hacía preguntarte si ese sitio al que había llegado sería solo o con ese amor al que le cantaba.

―Me encanta ―dijo. ―Lo compro.

Liam le cobró a la chica el vinilo y cerró el local. Ya era hora de cerrar. Volví a enfrascarme en mi café y miré hacia los vinilos que colgaban en las paredes. Comencé a llorar de nuevo, pero no sabía muy bien porqué.

―Eh ―me dijo Liam mientras me tocaba la cara de una forma un tanto fraternal. ―Estas aquí, no en otro lado.

Él entendía el porqué de mis nuevas lágrimas. Tras descubrir este sitio siendo dos niños, porque lo éramos, aunque nos creyésemos mayores, nos hicimos la promesa de terminar regentando una tienda de discos como esta. Liam me envolvió de nuevo en sus brazos y estuve un buen rato ahí hasta que dejé de llorar. No quería que me dejara de abrazar en ningún momento, había algo reconfortante cuando lo hacía. Lo gracioso fue que cuando dejé de llorar me dio un beso en la coronilla como si fuera una niña pequeña. Pasé del llanto a la risa en cuestión de segundos, y de pronto lloraba de risa. Liam me miró sonriente y me soltó un chascarrillo.

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⏰ Última actualización: Jan 05, 2023 ⏰

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Caprichos del destino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora