Liam.
Ella y yo, yo y ella. Funcionábamos, era feliz, pero no del todo. Parecía seguir buscando algo oculto que no encontraba. Le había pedido tiempo, sí, para aclararme, no porque no la quisiera, si no porque deseaba quererla con la intensidad de esas primeras veces. Necesitaba saber qué fue lo que hizo clac en mi mente aquella primera vez, esa vez en la que viví en San Diego, pero no fue allí donde comencé a tener respuestas.
Había vuelto a Washington, tenía la confianza de que mi padre me ayudaría para arreglar mis problemas. Seguía buscando el qué hacer con mi vida, sí, los negocios me gustaban, se me daban bien, pero... no me llenaba. Sí, parece una cuestión bastante millenial, pero... es la verdad, y millenial soy.
Cuando iba hacia el cementerio, fui paseando por un montón de tiendas de todo tipo, todas muy lujosas, algunas de comida que parecían que vendían bocados gourmet, cuando me percaté de una que llamaba la atención frente a todas. No porque fuese mejor, ni siquiera por moderna o vanguardista, era por ese aire vintage que tenía. Me recordó a momentos pasados, al trabajo de medio tiempo, a las risas con el dueño, a la compañía de mis amigos, a ella. Abrí la puerta y el sonido de la música me envolvió. Deseé no haberme borrado aquellos tatuajes con letras de canciones, ir con una camiseta holgada, vaqueros y unas deportivas, deseaba volver a ver a Bill, el dueño de la tienda. Me había transportado tiempo atrás, a una época que, sin saberlo, había sido la más feliz de mi vida.
―Hijo ―dijo una voz que me hizo poner los pies en el suelo. ― ¿Deseas algo?
Sonreí, recordé a mi padre por un segundo.
―Sí, ¿Tiene algún disco de Led Zepelin? ―pregunté, el hombre sonrió.
―Buena elección. ¿Para algún regalo?
―Sí ―contesté.
Scarlett.
Había pasado un año desde la última vez que vi a mi exmarido, y más tiempo que había visto a Kasandra, la única amiga que me quedaba de mi infancia. Ese último año me había llevado a Los Ángeles, concretamente a Beverly Hills. Había conocido en una fiesta a Pietro, mi actual marido, dueño de una de las empresas más importantes de Estados Unidos, y del que estaba completamente enamorada.
En ese año me había dado cuenta de lo que era estar sola, entendí a Kasandra cuando me contó en su momento de que lo había dejado todo por un chico. Seguía siendo la dueña de la empresa familiar, pero había decidido delegar poco a poco y llevar una vida más de influencer. Conocí a nueva gente, sí, amigas igual de ricas que yo, nuevos vecinos de la urbanización de lujo en la que me encontraba. Por las páginas de sociedad sabía que Leo y Kasandra no se habían casado, o si lo habían hecho habría sido en la más estricta intimidad.
Pietro solía preguntarme por mi pasado, mis amistades, mi familia. No era fácil decir que esas amistades ya no existían y que una de ellas había acabado por una broma del destino. Mi exmarido había sido el primer amor de mi mejor amiga, y yo me había encaprichado del novio de esa amiga, para acabar sola y sin nadie. Para mí era complicado hablar del tema, pero tenía claro que sí o sí, tenía que seguir adelante.
Tras haberme separado y dado de bruces con una realidad que no quería ver, me pregunté que qué estaba haciendo. ¿Qué había hecho hasta entonces? Seguir con lo que se esperaba de mí, pelearme como una cría por un tío que no me hacía caso. Y casarme con un hombre que sabía que no me amaba. Esperaba que les fuera bien, sinceramente, pero en ese tiempo quise encontrarme a mí misma, y creía haberlo hecho. La cosa es que creía haberme encontrado una y mil veces, pero no estoy segura de haberlo hecho.
Bueno sí, canción de Taylor Swift! Me parece curioso los giros de Scarlett y Liam. ¿Volverán a retomar el contacto Scarlett y Kasandra o está más que muerto eso? Os leo!!!!! Me muero por saber vuestras teorías!!
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Caprichos del destino ©
ChickLitSegún Scarlett en un año pueden pasar muchas cosas. A veces creemos que el destino es algo que llega con inercia. Quizás una persona se termina casando con otra porque es lo que se espera de ella a pesar de que ninguna de las dos es feliz. Quizás...