24. Un Corazón Menos

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WOORI

El equipo de mudanza desempaquetó y terminó de armar el castillo gigante en la nueva habitación de JiNa.

—De acuerdo, esa fue la última maleta.—Anunció Taehyung emocionado entrando por el pasillo y limpiándose las palmas en la tela desgastada de los jeans.

—Taehyung, ¿qué hace esto aquí?

Sonrió demasiado orgulloso. —Te dije que estaría listo para antes de su cumpleaños.

—Taehyung...—Suspiré con pesadez llevándome las manos a la cintura. —Habíamos quedado en algo: nada de locuras.

—Vamos, WooRi. —Sus manos sustituyeron las mías, tocando el borde de mi camiseta. —Nuestra hija está por pasar su primer cumpleaños conmigo, no puedes culparme por querer echar la casa por la ventana.

—Pero es demasiado.

—Por eso busqué una nueva casa con un cuarto lo suficientemente grande; imagínalo, en diez años podrá montar toda una biblioteca aquí si lo desea.

Me reí sin dejar de estar exasperada. —No puedo contigo.

—Entonces deja de luchar.

Se despidió con un beso rápido en la mejilla, lo intercepté deteniéndolo por la hebilla del pantalón.

—¿A dónde crees que vas? Tienes que ayudarme cocinar.

Me miró confundido. —Ah, ¿sí?

—¡Claro que sí! Me estoy volviendo loca buscando mis utensilios. Es tu culpa que estemos llenos de cajas, estabas empeñado a comprar otra casa. —Apunté a su pecho.

—No, una mejor. —besó mi dedo. — Y en tal caso, es culpa tuya por no haber aceptado mi primer oferta; si me hubieras dicho que sí a la mañana siguiente, no habría tenido tanto tiempo para planificarlo todo.

—Cierra la boca, necesitamos terminar esto para mañana. Ah, y tú prepararás la ensalada.

—¡Que mandona eres!

—Supéralo.

—No tengo problema si decides ponerte un poco salvaje conmigo esta noche. —Levantó las cejas mirándose como un pervertido de categoría A.

Mi mandíbula cayó. — ¡Kim Taehyung!

Él se rio a carcajadas por mi chillido insultado, se rio tan fuerte que sus manos cubrieron su estómago. Golpeé su hombro.

—¡Auch! —Retrocedió. —Supéralo.

—Anda ya, tenemos un par de horas más antes de que Mari-na y Kim Bum regresen con los niños del espectáculo ese sobre hielo.

—¿Por qué llevarían a Dongsun y Ji Na a ver botargas en patines?

—No lo sé, Mari-na creé que es entretenido para ellos.

—Mari-na tiene un extraño concepto de entretenimiento.

—Ni que lo digas, pero nos dará suficiente tiempo para terminar de acomodar.

Con su brazo me rodeó los hombros. —Entonces andando, mamá. Dejemos este lugar impecable.

Fue cuestión de tres horas acompañadas de la extraña música de Taehyung, que pudimos finalmente darle orden a la nueva casa luego de una semana de locura. La cena de esta noche implicaba demasiadas cosas con las que no creía poder lidiar si se encontraban juntas. Primero que nada, teníamos el hecho de que le anunciaríamos al mundo que Taehyung y yo vivíamos juntos, al mismo tiempo que intentaríamos explicar que a pesar de eso, no lo estábamos. Por otro lado, había que resaltar que estábamos festejando también el cumpleaños de nuestra hija, sobre la cual la mayoría no había tenido idea de su existencia durante tres largos años. A eso, tener que soportar las preguntas de todo el mundo donde en encubierto me estarían juzgando por mi repentina desaparición. Pero lo peor de todo, sería que tendría que ver a Jin luego de un par de duros meses de no hacerlo.

Hasta Que El Sol Se CongeleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora