¿DÓNDE ESTÁ EL AMOR? - PARTE DOS

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"¿Dónde está el amor? Que sentíamos tú y yo vagabundo anda mi corazón... Me acerco a tu cuerpo me entra el frío que yo siento, ¿Dónde está el amor? Que sentíamos tú, y yo ya no dices nada, el silencio es tu voz..."

Dónde está el amor - Charlie Zaa / Escena: Visita de Charlie en Ecomoda


CAPÍTULO VI

Robertito se estaba adaptando muy rápido a la nueva rutina de su corta vida.

Tal vez no era la mejor opción para el pequeñico, pero Armando descubrió que por lo menos lograba distraerlo durante las horas que pasaban en la oficina, que era donde parecía llevar mejor la muerte de Camila, pues en las noches volvía el llanto entre sueños, el llamado del pequeñico, los largos arrullos y desvelos que vivían.

Pero en la oficina la cosa fue avanzando; el primer día Robertito se aburrió pues lo dejaron solito, pero ahora llevaba días colándose de a poco en la oficina de Betty, creando una curiosa amistad con la asistente que sonreía igualitico que su mamá.

-Robertito ¿Será que te puedo preguntar algo? -sondeó Armando mientras manejaba hacia Ecomoda esa mañana fría.

-Ya preguntaste tío, pero si quieres, puedes preguntar de nuevo. -comentó Robertito que iba en el asiento de copiloto bien sujeto al cinturón de seguridad mientras se aseguraba de llevar todo lo que necesitaba en su mochila de "trabajo" aunque cargara solamente con sus colores y un libro para iluminar, algún juguete, en esta ocasión un cohete muy bonito y su conejito.

Armando rio por el comentario tan atinado del niño, instándolo a negar hasta que lo vio divertido -Muy listo, jovencito... A ver... a ti te cae muy bien mi asistente, ¿no es así? -sondeó curioso.

-¿Betty? ¡Siiii mucho! Se ríe muy chistoso y es muy lista, sabe muchas cosas -explicó Robertito mientras veía a su tío. -Y... son-sonríe co-como mi mami... -confesó en un susurro, mirando a Armando con esos ojos intensos pues le encantaba que por lo menos viera una partecita de ella en Betty.

-Y sonríe como tu mami... -musitó Armando, asintiendo con suavidad pues él tampoco podía dejar de notar las similitudes que tenían; no solo la sonrisa, sino su dulzura general y la calma que le transmitían.

Su asistente demostró una vez más su incondicionalidad, saliendo de sus funciones al ayudarle con Robertito, y sin embargo, lo hacía con gusto, sin los reproches que las mujeres que estaban en su vida harían sin dudar, incluyendo en éstas a las modelos, a Marcela y posiblemente a su mamá.

-Betty dice que es muy bueno hablar para recordar, así que ella me escucha cuando le cuento de mi mami. -continuó el niño, sorprendiendo a Armando que justo se acababa de estacionar a las afueras de la empresa.

-Bueno, pues vamos a que platiques con Betty -comentó dulcemente mientras le quitaba el cinturón de seguridad para luego salir, rodear el auto y abrirle la puerta para que no saliera disparado. -Buenos días, Wilson -saludó seriamente, recibiendo un saludo militar que Robertito replicó velozmente.

El personal se acostumbró a la presencia del niño, Armando señaló a grandes rasgos que era su sobrino y que no osaran a molestarlo con sus comentarios o serían despedidos, pero Robertito que era tan dulce, tímido y muy tranquilo, no se hacía notar salvo cuando entraban o salían, dado a que pasaba la mayor parte del día en presidencia.

Robertito salió disparado hacia la oficina cuando abrieron las puertas del ascensor en la planta administrativa, abriendo la puerta hasta que pasó al hueco pues Betty siempre llegaba antes que ellos.

-¡Hola, Betty! Mira, hoy tra-traje mi cuete -saludó intempestivamente, haciéndola reír pues también a ella le encantaba su compañía.

-Hola Robertito ¿Cómo estás?... a ver -saludó risueñamente, acercándose al niño que había bajado su mochila al suelo para sacar sus cosas, entre ellas el juguete. -¡Wow, qué bonito! -exclamó Betty mientras Robertito asentía.

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