"Donde está el amor, que sentíamos tú y yo. Ya no dices nada el silencio es tu voz donde está el cariño y que a mí me enamoró dime donde esta tu amor..."
Dónde está el amor - Charlie Zaa / Escena: Visita de Charly en Ecomoda
CAPITULO XVI
Armando estaba confundido, no sabía cómo había sucedido, no lo tenía planeado, sin embargo, su cuerpo reaccionó como en piloto automático.
Por un lado, se dejó llevar por un impulso, por la cercanía de Betty, por sus labios, por sus tersos y deliciosos labios...
Por otro lado, no podía creer que le había hecho el amor a su mano derecha, a su asistente, a su amiga.
"Hecho el amor" -pensó Armando cuyo término nunca lo usó con Marcela ni con sus amantes pasadas, pero que reconoció como tal porque todo su cuerpo se estremeció, toda célula se despertó cuando Betty le repartió esas dulces caricias, cuando escuchaba cómo se le cortaba la respiración al besar ese cuerpo cuyas prendas no le hacían justicia, cuando sencillamente lo sació y le dio una deliciosa demostración de ternura, de dulzura que nunca sintió.
Simplemente se levantó de la cama, tomó las prendas que abandonó en el piso y salió de la habitación hacia la cocina donde se escuchaban las voces de Betty y de Robertito.
-Me quedé dormido... -musitó mientras Betty lo veía fugazmente antes de levantarse por un platico en el que sirvió la lasaña para él. -Gracias Betty -susurró dulcemente, causando su risa nerviosa.
-¿Qué demonios me pasó? -se cuestionó Armando mientras su vista se posaba en Betty que estaba dando pequeños bocados.
La estaba observando, tratando de encontrar la razón de su confusión, los motivos por los que actuó así hasta que los encontró.
Podía decir que fue el cariño que le profesaba a él y a su sobrino, también su apoyo incondicional en esos meses que llevaban trabajando juntos y que aumentó con la llegada de Robertito. Pero acababa de comprobar lo que dijo su sobrino: que Betty le gustaba como nunca pensó.
Estaba jugueteando con el tenedor mientras veía a su asistente que evitaba a toda costa su mirada, pues Betty tenía su atención en Robertito que estaba contándole que a su mamá le encantaba la comida italiana, que a veces preparaba su pizza favorita, pero que su comida estaba igual de deliciosa.
-¿Me das jugo, por favor? -pidió Robertito, girando a ver a su tío, pero él no lo escuchó. -¿Tío? -sondeó mirándolo curiosamente.
-¿Qué, qué pasa? -comentó alertado.
-¿Qué tienes tío? -preguntó Robertito, mientras Betty tomaba la jarra y le servía en su vaso.
-Nada, nada, gra-gracias, Betty -comentó Armando, restándole importancia mientras Robertito tomaba su juguito.
-Si, gracias, Betty -musitó Robertito, regresando al parloteo incesante hasta que Betty se distrajo cuando vio el reloj de la cocina.
-¡Ay, Dios mío, es tardísimo! -exclamó mientras se levantaba de un salto del banco.
Armando parpadeó rápidamente como si despertara de un encantamiento, dándose cuenta de que Betty ya estaba recogiendo su plato, levantándose por igual para cerrarle el paso.
-Deje ahí Betty, ya recojo yo cuando vuelva. -pidió mientras Betty lo veía sorprendida, como si estuviese asustada mientras su corazón latía desbocado.
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Canciones de amor
FanfictionUn compilación de historias cortas de amor, (tal vez también de desamor y decepción) que han sido creadas y específicamente enfocadas en explorar aquellas canciones que amenizaron, que dieron profundidad o incluso dieron el subtexto que a veces que...