Capítulo Cinco

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Había un clima inusualmente agradable. Siempre había un sol precioso y una ventisca suave, pero hoy parecía ser especial. El sol estaba mucho más tranquilo, el clima era más frío, era reconfortante y pacífico, como si la húmeda neblina elevándose se llevara todos los problemas, dando un paso melancólico y disfrutable.
Aunque no todos podrían apreciarlo de la misma manera.

Dentro de la UA estaba Tenya iida que miraba con horror su reflejo en el espejo.
¿Siempre se vio tan demacrado? Tenía unas ojeras enormes y una mueca de preocupación casi tatuada.
Su cabello estaba particularmente desordenado y sucio, en lo que cabe para ser él.
Estaba pálido, demasiado, el simple toque de sus dedos en su mejilla lo hacia enrojecer, estaba hecho un asco.

Por tercera vez en el día se midió la temperatura, pero mantenía un nivel saludable, no estaba enfermo.
A pesar de no estarlo, sentía que quería vomitar, llorar o correr, ya ni sabía.

-Iida, soy Uraraka ¿Puedo pasar?- esa agradable voz al otro lado de la puerta le hizo apartarse bruscamente de su deprorable reflejo. Hizo un intento de arreglar su pijama y miró con nervios su reloj una última vez, ya casi eran las 12.
Luego de una corta respuesta del joven, uraraka entró sonriente, pero esta mueca se transformó al ver el estado de su delegado. -¡iida! ¿¡Que te pasó!?

Instintivamente tomó el termómetro que estaba al lado suyo e ignorando de que tipo era, lo hundió en su boca, mientras corría por la habitación buscando algo útil para su supuesta enfermedad. No era común verlo así, era preocupante.

-Uraraka, yo no-. Le interrumpió poniéndole una bufanda que encontró -No, yo no-. Nuevamente le interrumpió, pero esta vez poniéndole sobre los hombros de forma floja una chamarra enorme que solo usaba en invierno -Espera, uraraka...- wop. Nuevamente le interrumpió
Y así estuvieron hasta que iida no fue más que una bola de ropa con lentes. Tenía los brazos alzados y de su rostro ya no había nada.
Era una escena divertida, pero escupió el termómetro que sobresalía y aún con los guantes, trató de quitarse la segunda bufanda que tenía encima para hablar, estaba empezando a sentir calor.

-¡Uraraka, uraraka! Estoy bien, perfecto... No te preocupes ¿si?- bien, justo ahora no se veía nada bien.
Estaba agotado, cansado y asfixiado, pero la mayoría de eso era por la ayuda de su amiga así que no diría nada contra eso.

En cambio ella recogió el termómetro, estaba frío.

-¡NO ES POSIBLE, TIENES HIPOTERMIA!-. Lo ignoró completamente, fue a buscar toalla y puso a funcionar la cafetera.
Afortunadamente tenya le detuvo, mirándola de forma cansada y algo irritada, no estaba molesto, pero si se sentía agobiado.

-Uraraka, me pusiste el termómetro al revés ¿ves? No es nada, además, justo ahora estoy en riesgo de asfixia. Ayúdame a quitarme todo esto-.

Una avergonzada uraraka susurró lo siento y rápidamente se dispuso a ayudar al chico.
Cuando finalmente se distinguía Hombre-Sábanas ambos se sentaron. Tenya al borde de la cama y Uraraka en la silla del escritorio.

- Tenya, si no estas enfermo ¿entonces que pasa?-.

La joven aún se veía preocupada por él, no era común verlo así, claro que temía lo peor. Incluso en algún momento creyó que era inmune a los resfriados, ya saben... Tanto jugo de naranja debe ayudar en algo.

-No es nada realmente importante, yo solo. . . ¿Recuerdas ese día de la explosión en el salón?-. Hizo un ademán con las manos, tratando de clarificar las cosas, pero su amiga solo frunció más el ceño.

-¿Explosión? Ohhh ¿hablas de cuando la señorita Hatsume llegó haciendo desastres? Claro que si, fue hace dos días ¿que pasa con eso?-.

¿Había pasado tan poco tiempo? Juraba que habían sido meses de inimaginable tortura...aunque quizá era la falta de sueño.

Mha: La princesa Para El caballero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora