Capítulo Dos

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El salón de clases era tan ruidoso como siempre, y es que no se podía esperar menos de jóvenes viviendo la vida al máximo que gozaban sus tiempos libres, porque todos estaban conscientes de que esa paz era fugaz.
Daba igual, justo ahora nadie tenía tiempo para detenerse y ver el oscuro futuro que les esperaba, jugar y reír era muchísimo más interesante.
Cada uno tenía un tema distinto que aportar, desde lo que había tratado la clase hasta fiestas que se organizarian en un futuro nada cercano.

¿El profesor? Dormido, así que solo Tenya podría encargarse de aquel desastre juvenil. .  . Si tan solo no estuviera casi en las mismas que su docente.

El delegado de la clase se tambaleaba en su sitio con cansancio, evitando a toda costa consumirse en sueño, el ambiente le ayudaba pero no parecía ser suficiente ¿que le había pasado?
A la lejanía su compañera de facciones redondas lo observaba, preocupada por su actitud tan poco común. Normalmente el estaría pupitre por pupitre pidiendo silencio a gritos, muy contradictorio pero así resultaba ser.

No era la única preocupada por la situación, pero nadie se atrevía a preguntarle directamente que había ocurrido, quizás por la culpa en caso de algunos, otros era por no saberse comunicar bien, y los demás, no se sentían lo suficientemente cercanos como para hacerlo sentir cómodo.
En fin, muchas opiniones revueltas por la misma persona, quién apenas sonó el timbre de descanso de turno, se levantó apresurado para recargar energías en las cafetería, dejando a casi todos con la palabra en la boca.

El paso de Tenya era apresurado, o bien, apresurado dentro del reglamento. Sabía que la cafetería se llenaría muy pronto y lamentaba haber empezado su rumbo sin sus amigos, pero en serio no quería hacer cola para tener que beber algo, ya estaba lo suficientemente exhausto como para eso.

Y bien, su palabra era cierta, la cafetería se llenó tan rápido como esperaba, habiendo una enorme fila en las áreas de comida y unas cuantas disputas entre las mesas, en otro momento se hubiera detenido a verificar que pasaba y ayudar, pero no se sentía dispuesto, así que se hizo el tonto y pasó de largo tanto desastre, pasando desapercibido por todos.

Supo que su esfuerzo extra había válido la pena cuando vio la máquina dispensora sin nadie más que él para usarla, era casi una bendición. Y la alegría aumentó cuando la vio ahí, una lata brillante de jugo de naranja ¡era justo lo que necesitaba para recargarse!
Casi bendito se acercó, pensando en que tendría que dar una buena disculpa a sus compañeros por su actitud, incluso planeaba ya sus palabras.
¿Que les diría? ¿Qué estaba cansado? Si, ser sincero era lo mejor, peor tampoco diría los motivos del porqué.
Seguro lo entenderían y lo tomarían como ejemplo para no trasnochar nuevamente, eso ayudaría muchísimo el desempeño de todos y elevaría su concentración, estaba ansio—.

[. .  .]

No llevaba efectivo.

¿¡COMO ERA POSIBLE QUE NO LLEVARA!?

Estaba entrando en crisis cuando comenzó a recapitular su mañana para tranquilizarse, quizás sólo lo dejó en el salón

Aver aver. . . Se levantó a las seis cuarenta y tres , poco usual en quien se despertaba a las seis en punto pero bueno.
Se bañó, vistió, dejó su billetera en su pijama mientras se cepillaba, le daba mantenimiento rápido a sus motores. . . .

Qué.
¿Como pasó eso? ¿Como lo permitió? Debía ser una horrible broma, no, no.
Es que no era posible.
Siempre tan atento incluso cuando estaba dormido ¿en serio pudo cometer tremendo error?
No lo sabría, aunque la respuesta era obvia. Estaba muy cansado para esas cosas, pero no se desquitaria con la maquina ¿que clase de niño haría eso? Tampoco pediría dinero a alguno de sus amigos, no lo veía correcto.
No le quedaba más opción que bueno, aceptarlo y sobrevivir el resto de la jornada con ese bendito sueño, no debía ser tan complicado.

Mha: La princesa Para El caballero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora