Vidas

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Esa noche era fría como todas las de Canadá, la nieve comenzaba a caer en pequeños copos que se esparcirán por todos lados. Las calles estaban casi vacías, de no ser por uno que otro auto y persona que pasaba hacía sus casas luego de una jornada de trabajo aquel jueves. Todo parecía ir tranquilo, o por lo menos en las amplias vías, porque en un pequeño callejón sin salida se estaba llevando a cabo un enfrentamiento a golpe limpió, o más bien un crimen, ya que el único que recibía golpe era un pobre alfa que solo había contado con la suerte de dar un solo puñetazo, el resto él los recibía, uno tras otro sin que fueran contenidos.
Kawaki había perdido una parte de su humanidad en ese mundo, era como si su alma se hubiera fragmentado en el primer momento en que asesino a ese hombre hace cinco años.

Cuando estaba cumpliendo con una misión se perdía en su mente, no dejaba que el remordimiento tomara lugar y se iba directo al grano, hacía lo que tenía que hacer y luego volvía a su vida normal, con sus amigos y a la universidad, como si sus manos no estuvieran bañadas en sangre de personas que también cometieron crímenes, pero que el no tenía derecho a quitarles la vida. Pero ese era el mundo qué había elegido, el camino que había decidido tomar para su vida, aunque hubieron varios momentos que hicieron mecha; primero con la muerte de su madre, luego con su horrible padre y después con Amado, quien fue el detonante para tirarse de cabeza a esa mala vida de ilegalidad. Pero él estaba bien, mientras nadie supiera lo que hacía, todo estaría bien.

Sus nudillos estaban ensangrentados y abiertos, pero aún así los golpes no se detenían, aunque peor estaba el rostro del tipo; Cubierto de sangre y heridas abiertas y con muy mal aspecto.
Sus ojos estaban opaco, como dos huecos sin vida ni luz, la realidad de las cosas se veía opacada por aquella neblina de oscuridad, sus demonios jugando con él, manchando todo a su paso, haciéndolo caer mucho más en el abismo, enterrandolo hasta el cuello. Cómo cada vez que se dejaba gobernar por su instinto, no midió su fuerza y no paro hasta que el sujeto tirado bajo su cuerpo dejo de respirar. Pudo haberlo hecho más fácil, un disparo y acabaría con todo, pero prefirió de esa manera, él era malo, y no había manera de cambiar eso, había matado a muchas personas en su vida, ya estaba condenado.

...

El viernes había llegado más rápido de lo esperado, Kawaki no había visto a sus amigos en los dos días anteriores a la presentación, tampoco asistió a clase y no había contestado ningún mensaje o llamada de cualquiera que quisiera molestarlo en ese momento. Quería procesar todo. Como todas las veces que hacía su trabajo, aún le invadía la amargura cuando mataba a alguien, pero sabía que no había tiempo para arrepentimientos, ya había cometido lo peor, no podía seguir hundiéndose más. Así que decidió olvidarse del tema luego de pasar esas cuarenta y ocho horas encerrado en su casa, tomando hasta la inconsciencia e ingiriendo ansiolíticos para calmarse un poco y mantenerse relajado de toda la presión que sentía.

Cuando faltaba una hora para la presentación se alistó con ropa casual, se preparó un poco de café y bebió de este. Cuando ya estaba listo, tomo el estuche de su bajo y salió de su departamento jugando con las llaves del auto.
El clima afuera era del asco, la nieve había comenzado a caer y la temperatura era extremadamente baja, él se había abrigado bien pensando en que algo así podría pasar, pero aún así no era suficiente. Canadá era un país en dónde la gran mayoría del año caía nieve y el resto llovía, era casi un milagro encontrarse con un día soleado por las calles de la capital.
Prendió la calefacción del auto para entrar en calor y encendió el motor, que por suerte esta vez no molestó, normalmente lo hacía ya que debido al frío se congelaba y era casi imposible encenderlo.

Tenía la dirección del bar donde tocarian así que se dirigió directamente al lugar, él suponía que ahí se encontraría con el resto. Aún así decidió enviar un mensaje diciendo que ya iba en camino. Era viernes por la tarde, más exactos las cinco, así que no había mucho tráfico y pudo llegar a la hora acordada. Aparco en una de las plazas y tomo el estuche de su bajo, salió del auto y entro al bar que llevaba por nombre con letras incandescentes "Millenium", ahí se encontraban ya sus amigos, pero algo que le llamo la atención fue una melena rubia característica de cierta personita gruñona. Una sonrisita de altanería le dió cuando sus ojos se encontraron, y rió más alto cuando lo vio rodar los ojos irritado.

𝐂𝐫𝐢𝐦𝐞𝐧𝐞𝐬 [𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞] ©Where stories live. Discover now