Un hombre honorable.

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Gracias por leer. Les dejo el segundo capítulo. Si te está gustando por favor, déjame en tus comentarios tu opinión.

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Bastardo, aprendiz de herrero, el toro, Gendry, Gendry Baratheon, Señor Gendry Baratheon, todos estos eran las distintas formas en las que lo habían llamado durante toda su vida. Lo curioso es que incluso después de todos estos años, con los que tuvo más problemas para relacionarse, fueron los dos últimos. Cuando era joven, ni en sus sueños más locos pensó que algún día se convertiría en un Señor, que tendría una familia, pero lo hizo. Él tenía un tío que lo amaba como a un hijo y un asesor de confianza que lo trató como a un hijo además de una prima que lo quería como a un hermano. Él nunca había soñado con la oportunidad de tener alguien en quien apoyarse y él estaba muy agradecido por tenerlos en su vida. Nada más importaba que esto.

Él suspiró, la realidad era que por años creyó que su destino era su fragua que tanto amaba, el sonido del martillo contra el metal mientras lo transformaba lo calmaba, era por eso que incluso en estas tierras había hecho hasta lo imposible por quedarse con su oficio. Por supuesto que ahora ya no le dedicaba tanto tiempo como quería pero a veces, cuando estaba abrumado por todo lo que pasaba a su alrededor, iba a su fragua y pasaba horas golpeando el metal y sintiendo que era el mismo chico de flea bottom que a veces tenía que robar un pan para poder comer.

Él sonrió con tristeza. A sus 20 años, era un joven señor respetado por su pueblo y él estaba feliz de poder servirles a ellos. Nunca conoció a su padre, a sus 14 años recibió la visita de la mano del Rey, Jon Arryn, quien le empezó hacer preguntas sobre su vida y su madre, estaba muy interesado en saber sobre su infancia y si era sincero, eso le había parecido muy sospechoso. El hombre viejo lo visitó con regularidad y empezó a traerle libros, incluso cuando podía él mismo pasaba para educarlo, cuando unas lunas después anunciaron que había muerto, él se culpó así mismo, después de todo, todos los que había conocido en su vida terminaban muriendo. Su madre por ejemplo, aunque casi no tenía recuerdos de ella, sabía que había hecho hasta lo imposible por mantenerlo alimentado, sin embargo el destino se la había llevado cuando él tenía 10 días del nombre. Los días habían transcurrido sin ningún cambio, él continuó siendo un aprendiz de herrero, Tobho Mott seguía regañándolo para que perfeccionara su técnica, pero lo había felicitado por el casco de toro que había hecho, ése casco era su orgullo.

Hasta que llegó la nueva mano del Rey a conocerlo.

-Mi nombre es Lord Eddard Stark- se presentó- Soy la mano del Rey. ¿Cuál es tu nombre, chico?

-Gendry- había dicho hoscamente-

Ése había sido el primer acercamiento con Lord Stark, había sido un visitante regular, cada semana desde que lo conoció lo visitó y la última vez que lo vio, llevaba a Stannis y Renly Baratheon. Tenía que admitir que cuando vio a Renly era como si se estuviera viendo a un espejo, claro, las diferencias eran obvias pero había un parecido sorprendente.

-Es de Robert- había mencionado Stannis- Obviamente es la mezcla entre mi hermano y una moza de taberna pero es un ciervo. No hay duda de eso.

-¿Cómo pudimos estar tan ciegos con esos leones?- Renly había mencionado-

-El chico debe irse con ustedes- Lord Stark había dicho-

Desde ese momento su vida había cambiado para siempre y de eso habían pasado un poco más de cinco años.

Cuando llegó a Storms End por primera vez quedó maravillado por el lugar, la fortaleza era enorme y sin duda era mucho más imponente que lo que había escuchado. Renly Baratheon le explicó que era el bastardo del Rey y que pronto sería legitimado. Por supuesto, él se había reído de tan absurda declaración pero cuando vio que Stannis confirmaba el dicho de su hermano se había quedado helado. Desde entonces, su preparación había comenzado. Lo habían educado de la mejor manera posible, le habían enseñado modales y había pasado la mayor parte de su tiempo en lecciones. Y así un día, su pequeña prima lo había encontrado batallando con unas lecturas.

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