Lágrimas

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Capitulo Doce


Edward

Me levante mucho antes que Kate, se veía tan adorable durmiendo, sin embargo me obligue a levantarme, me duche rápidamente, me vestí y fui a la tienda de al lado del edificio por unos capuchinos para complementarlos con las tostadas y mantequilla, regrese al departamento, afuera seguía lloviendo un poco y ya había nieve por doquier, prepare el desayuno rápidamente, regresé a la habitación y aún seguía dormida Kate, decidí acostarme un rato más y sorprenderla, me quite la camiseta y me acosté a su lado de nuevo, a los pocos minutos la sentí moverse, sentía su mirada sobre mí, trate de contener la risa, se acomodó en la cama y sentí su respiración tan cerca de mi cara, abrí los ojos y la agarre de las manos juguetonamente, invirtiendo las posiciones, poniéndola a ella contra el colchón, mis piernas estaban una entre las suyas y la otra a un costado de su pierna, me sonrió tiernamente y la besé, aunque no estaba muy seguro de quien había besado a quien, pero no importaba, la caricia y dulzura de sus labios eran mi perdición, era como un adicto.

—Buenos días nena—Le salude con una sonrisa, ella me devolvió tiernamente la sonrisa.

—Bueno días—Me saludo risueña.

—Así que, ¿Ella es la que te mantiene tan ocupado Edward?—Pregunto una voz detrás de nosotros, maldije por lo bajo ¿Qué hacia el aquí? Me quite de encima de Kate

— ¿Por qué nunca avisas que vendrás? ¿Por qué siempre irrumpes en mi departamento cuando se te da la gana? ¡Yo jamás lo hago en el tuyo!—Me queje, esto era un desastre.

Kate estaba muy avergonzada por la situación y yo lo sabía, estaba muy molesto con Gabe, por haber irrumpido de esa manera

—Por favor, espérame a fuera, ya iré hablar contigo—Le dije a mi hermano Gabriel el cual simplemente le decíamos Gabe, el asintió y salió de la habitación rápidamente, me gire hacia Kate la cual estaba roja como un tomate y con lágrimas en los ojos a punto de romperse a llorar, me acerque a ella y la abrace –, No llores nena, por favor, no pasa nada—Le dije tratando de consolarla, ella me apretó contra ella y empezó a llorar.

—Oh dios, me... siento tan... ¡Avergonzada!—Me dijo ella entre lágrimas y jadeos.

—Arreglare esto, dame un momento—Le dije, ella asintió y se trató de limpiar las lágrimas que amenazaban seguir saliendo, me partía el corazón verla tan avergonzada, me puse una camiseta por encima rápidamente y salí de la habitación y baje las escaleras, encontré a Gabe en la sala de estar.

— ¿Qué te pasa Gabe? ¿Estás loco? ¿Cómo interrumpes así?—Le pregunte muy molesto.

— ¡Es una adolescente Edward! ¿Cuánto tiene? ¿Dieciocho? ¿Tal vez menos?—Me respondió lo bastante alto para que se lograra escuchar hasta el segundo piso.

— ¡Baja la voz! ¡Joder! ¿Qué carajos te importa si tiene dieciocho o no?—Le reté

— ¡Eres mi hermano! ¿Qué? ¿Te saldrás de la congregación solo por esa chiquilla? ¡De seguro ya os acostasteis con ella! ¿Echarás todo el tiempo y sacrificio a perder por ella después de tu ridícula obsesión con el mentado seminario?—Me grito en respuesta.

— ¡La respetas Gabriel Campbell, no te atrevas a meterte con ella! ¡Ella no es ninguna chica de solo un momento a las que TÚ estás acostumbrado!—Le dije enfatizando el tú, me tenía cansado de tantas cosas, de todas sus mierdas ¡Que dios me perdone! ¡El Amor no razona! –No es echar a perder nada, es ganar más de lo que merezco, no es tu problema lo que haga o deje de hacer—Le dije entre dientes, mis puños estaban apretados a mi lado.

—No hay necesidad que discutan por mí—Dijo Kate bajando las escaleras con su ropa y mochila en mano, sus ojos estaban hinchados de tanto llorar.

—Kate, por favor... ¡Sube!—Le pedí y ordene a la vez, lo más tranquilo que pude.

—Después hablaremos Edward, me voy—Dijo ella con voz firme, no la iba a detener, no podía, seria irrespetar su decisión, estaba a punto de salir, pero se dio la vuelta y se puso a reír con lágrimas en sus ojos—, ¿Sabes que es lo más gracioso Gabriel Campbell? –Dijo con una sonrisa irónica en sus labios y sus lágrimas seguían cayendo por sus mejillas, me partía el alma verla así. —Yo no me he acostado con tu hermano ¡Es más! ¡Soy Virgen!

Le dio una sonrisa irónica y saco su dedo medio, dio media vuelta abrió la puerta y cerro de un portazo.

— ¡Ella no se merecía esa humillación Gabriel! Espero y estés contento ¿Por qué simplemente no puedes dejar ir tu pasado con esa tal Francia y volver a creer en el amor? ¡Eres un Imbécil!—Le dije y corrí hacia la puerta, baje por el ascensor, esperaba que Kate aún no se hubiera ido, llegue al primer piso, ella estaba apoyada en la pared afuera del edificio, llorando y con frio.

—Kate—Susurré abrazándola por la espalda, ella siguió sollozando aún más fuerte. –Lo siento tanto—Le susurre, no podía dejarla ir así como así, irrespete su decisión, sí, pero ella era más importante que el idiota de mi hermano con sus estupideces.

—Suéltame, ya llego mi taxi—Dijo tratando de zafarse.

—Prométeme que me llamaras por favor, cuando estés dispuesta a hablar—Le dije, necesitaba que me lo prometiera, no quería que ella se fuera de mi lado, que huyera de mí.

—Está bien, te llamaré, solo necesito llegar a casa—Me respondió, la solté, agarro su mochila del piso y se subió al taxi.

¿Por qué tenía que ser todo así? ¿Por qué no podía dejarla ir?

¡Porque la amas idiota! Me respondió mi subconsciente.

¡Pero serás Sacerdote pronto! Me dijo la razón

¿Cuándo mi vida se había vuelto un caos?


El Profesor De Filosofía. [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora