Capítulo Siete.

7.7K 435 2
                                    




Capitulo Siete

Querida Kate, lo siento mucho por cómo te trate, en realidad lo siento mucho, pero no puede haber nada entre nosotros, eres menor que yo, tienes un futuro por delante, además que es algo imposible, lo siento mucho, sin embargo quisiera hablar contigo, cuando lo desees búscame, este asunto tiene que tratarse antes que se nos salga de las manos —Edward

Me esta diciendo que no puede haber nada, ¿Que quiere? ¿Qué carajos quiere hablar más conmigo? Enfurecida le respondí:

Estoy segura que no hay nada de qué hablar Profesor Edward, Buenas noches—Kate

Los días siguientes pasaron sin incidencias, el profesor de filosofía no me dirigió la palabra en ningún momento, ni yo lo hice tampoco, pasaba últimamente más con Yader que con las chicas, él me hacía reír, me divertía y me hacía olvidar en parte...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los días siguientes pasaron sin incidencias, el profesor de filosofía no me dirigió la palabra en ningún momento, ni yo lo hice tampoco, pasaba últimamente más con Yader que con las chicas, él me hacía reír, me divertía y me hacía olvidar en parte al profesor de Filosofía.

—Parece que tus amigas me odian—Comento de repente Yader, volteando a ver hacia ellas.

—No te odian, solo, creen que paso mucho tiempo contigo y esas cosas—Torcí mis labios, él me sonrió de lado.

—Supongo que eso me gusta y al mismo tiempo no—Dijo tomando más de su gaseosa.

— ¿Por qué?—Me anime a preguntar, el siempre tan misterioso y eso es lo que me encantaba de su personalidad.

—Me gusta porque es genial que pueda pasar tiempo contigo, y no me gusta porque pienso que en cualquier momento tu amiga Sarah cumplirá su amenaza y estoy seguro que... Verónica, Eliza y Maritza estarían de su lado y estoy absolutamente seguro que Lauret no me salvaría de esa—Dedujo bien, sonreí era una locura total, el frunció los labios en modo pensativo y negó con la cabeza.

—No te dejes intimidar, no es como si me fueras a dañar o algo, solo me gusta el tiempo que paso contigo y creo que eso no debería ser problema para ellas, he pasado mucho tiempo con ellas, supongo que me extrañan—Le dije, tenía lógica, sin embargo quería aventurarme a lo desconocido con Yader, no es como si anduviéramos o algo por el estilo.

—Lo sé, si me dejara intimidar tanto como ellas quisieran, te aseguro que no estaría aquí hablando contigo—Me guiño un ojo y sonrió.

—Gracias Yader—Le agradecí de corazón, él era único conmigo, pero a la final lo veía como un amigo y yo ya se lo habia dejado totalmente claro; él me sonrió de vuelta y me dio un abrazo, hasta que fuimos interrumpidos por la id*ota de Bianca.

— ¡Oh! ¿Interrumpo? Por supuesto que no, Yader, cariño, necesitamos tu ayuda en algunas cosas en el gimnasio, son muy pesadas, e incluso ya me lastime la pierna—Dijo ella y se subió un poco la falda mostrando un apenas rasguñó que casi ni se notaba, ¡Zorra! Grito mi Kate interior, Yader suspiro.

— ¿No te puede ayudar alguien más?—Pregunto Yader con desdén.

—Oliver y Nathan están ayudando, sin embargo son muchas cosas como te dije—Le respondió la pu... quiero decir, Bianca moviendo sus rizos rubios y sus pestañas postizas, su escote no dejaba casi nada a la imaginación y su falda era demasiada corta en realidad, sus ojos verdes estaban puestos exclusivamente en Yader, haciendo como si yo no existiera.

— ¿Te importa si me voy?—Me pregunto Yader apartando a un lado a Bianca, ¡Metida que eres Bianca!

—Claro que no—Le respondí con la mejor sonrisa que logre fingir.

— ¡Es una completa metida esa tal Bianca! ¿No puede simplemente irse al mismísimo demonio?—Pregunto Sarah a mi costado derecho con Lauret tomados de la mano.

—Creo que anda en casería—Dijo Sophia detrás de Sarah.

—¡Es una total envidiosa!—Dijo Maritza a mi otro costado.

—Se creé la mejor, cuando es más falsa que mi color de cabello—Dijo Eliza, era cierto su cabello lo anda de color Café claro, cuando naturalmente era Café oscuro; Eliza era realmente bonita gracias a su altura y su piel morena.

—Te juro que le arrancaría todas esas extensiones de cabello que tiene—Dijo entre dientes Verónica, todas las volvimos a ver sorprendida por su reacción—, ¡¿Qué?! ¡La detesto, me rompió mi muñeca preferida en la primaria!—Se defendió, a lo cual todos reímos.

Y en ese preciso instante apareció el profesor de Filosofía con la profesora Blanca de Literatura inglesa, Sarah les dio una mirada según ella disimulada a las chicas y ella se fue rápidamente con Lauret, mientras que Eliza me agarro del brazo y Verónica me hacia plática y Maritza se limitó a caminar como si nada.

—Se lo que hacen—Les reproche, me solté de Eliza y camine lo más rápido que mis piernas lo permitían disimuladamente fuera de la cafetería, fui a mi casillero, tome mi mochila y me dirigí hacia Ingles Avanzado, cuando me topé inesperadamente con Bianca.

—Deja en paz a Yader, Kate, te lo advierto ¡Él es mío! ¡Quiero que captes eso! ¿Ok?—Me dijo tomándome por el brazo rudamente, clavándome sus uñas, no me dejaría intimidar de esa manera, me solté de su agarre aunque me halla rasguñado profundamente, más rabia me dio.

— ¡No te metas conmigo Bianca! ¡No soy como las demás! ¡Ni tampoco una zorra como tú!—Le grite y le deje ir una cachetada en la mejilla derecha y otra en la izquierda.

— ¡Estúpida! ¡Ya veras!—Grito y se me abalanzo encima, la golpeé duro en la boca haciéndola tambalear, y ella me rasguñó con sus afiladas uñas y logrando atacar mi pierna clavando el tacón de sus zapatos al caerse de culo, haciéndome una herida de la cual empezaba a emanar sangre; entonces unos brazos fuertes varoniles me tomaron por la cintura.

— ¡Suéltame Edward! ¡Suéltame Maldita sea! ¡Ya verá esta zorra estúpida!—Le grite sabiendo que era él, conocía esos brazos que me habían sostenido ya alguna vez con pasión y fuerza.

— ¡Basta Kate!—Me grito con autoridad él — ¡Y tú!—Dijo señalando a Bianca— ¡Lo vi absolutamente todo! ¡Y no dudaré en ponerme de parte de Kate si reportas que ella te ataco!—Le amenazo a Bianca.

— ¡Imbécil!—Grito Bianca antes de irse enfurecida.

—A mi oficina—Susurro entre dientes Edward, le obedecí entre bufidos; esto estaría fuerte y lo sabía.

El Profesor De Filosofía. [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora