Estaba mal, todo mal . Dan se encontraba en el lugar equivocado. Debía haber un error. no merecía estar ahí. no estaba loco, de ninguna manera. Entonces, ¿Por qué estaba encadenado a la pared? Forcejeo hasta que las muñecas le sangraron ahí donde los grilletes lo presionaban.
–¡ayúdenme! –grito, pero su voz era un susurro.La habitación cambio. ahora, dan estaba acostado sobre una mesa, vestido con una bata. Oyó el sonido de una llave en la puerta y un camarero con lentes y uniforme blanco entro empujando un carrito de servicio con una bandeja. La bandeja estaba cubierta por una campana plateada y dan podía oír que algo debajo de ella tintineaba y repiqueteaba, Como cubiertos metálicos.
–Su cena, señor –dijo el camarero, y quitó la campana. Debajo había instrumental quirúrgico: un bisturí, pinzas y una aguja hipodérmica.
Dan levantó la mirada y el rostro del camarero había cambiado. Ahora vestia una bata blanca de médico y llevaba una mascarilla. Lo peor de todo era que donde habían estado sus ojos solo había cavidades negras, cómo si se los hubieran tachado.Al inclinarse para tomar los instrumentos, el médico dijo con tono amable:
–No te preocupes, Daniel Crawford. Estoy aquí para ocuparme de ti.Dan despertó sobresaltado. El sudor le corría por el rostro y había sujetado las sábanas con tanta fuerza que sus dedos estaban acalambrados. Todavía murmuraba:
–No, no, no me lastime!Con el corazón latiéndole muy rápido, se incorporó. Sus ojos se acostumbraron lentamente a la oscuridad. Estaba en su habitación. No había ningún camarero ni ningún médico. Solo estaba Félix, de pie, inmóvil, junto a su cama,
observándolo.–¡Ah! –Dan volvió a hundirse en su almohada y se cubrió con la sábana hasta el mentón–. ¿Que... que estás haciendo?
–Estabas hablando dormido, Daniel –respondio Félix con calma.
Se alejo un paso diminutivo de la cama–. ¿Te sientes bien? El ruido era... Bueno, me despertó, cómo puedes ver...–L-lo siento –murmuro Dan–. Solo fue una pesadilla. Estoy... estoy bien, de verdad.
Pero estaría mejor si te alejaras de una vez.–necesito un poco de aire –agrego, saliendo de la cama. Las sábanas estaban empapadas de sudor.
–Eso te ayudará –dijo Félix con una sonrisa triste–. El aire fresco siempre me ayuda a calmarme. Espero que tenga el mismo efecto en ti.Dan tomó su abrigo y salió corriendo, preguntándose si estaba escapando de su compañero, de su habitación o de ambos. Trato de calmar su respiración.
Fue solo un sueño, es todo.
Secó el sudor que le corría por la nariz con uno de sus nudillos. Evidentemente, las fotografías lo habían afectado más de lo que había creído. Por segunda noche consecutiva, dormir iba a ser imposible.
El pasillo estaba en penumbra y silencioso. No había nadie allí, pero Dan se estremeció. ¿Que tenía ese lugar que lo hacía sentir como si lo estuvieran observando?
Se siento mejor al bajar, pero cuando llegó al vestíbulo, la puerta principal ya estaba abierta. Alguien había salido antes que él y ahora se encontraban los escalones de afuera.
–que curioso encontrarte aquí –dijo dan.
Abby grito, sorprendida. El apenas logró esquivar la piedrita que ella arrojó en su dirección.–¡Dan! Uf, casi me matas del susto.
Seguramente no ayudaba que su pesadilla y su abrupto despertar lo hubieran dejado con la voz ronca.–Lo siento –dijo, sentándose a su lado–. No quise asustarte. Abby estaba sentada con las rodillas dobladas contra el pecho y tenía su celular en una mano.
El pantalón de su pijama tenía pequeñas nubes sonrientes y regordetas.
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Asylum
ParanormalPara Dan Crawford, el programa de verano para alumnos sobresalientes es una oportunidad única, antes de asistir a la universidad. sus amigos nunca comprendieron su fascinación por la historia y la ciencia. pero en el colegio preparatoriano New Hamp...