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Encontré la manera de evitar el sobrepensar. Aprendí a dejar de lado esos recuerdos confusos que solían atormentarme, como ecos persistentes de una vida que no podía volver. Decidí no pensar en ella, en aquella chica que, a pesar del tiempo, seguía ocupando un rincón en mi mente. Aún sentía un vacío que parecía inquebrantable, pero era una ausencia que ya no me consumía.

Sabía que no era la mejor forma de lidiar con mis pensamientos, pero al menos me distraía, y la verdad es que me distraía más de lo que esperaba. No obstante, los consejos de Jack D'Angelo resonaban en mi mente. Él había sido el único que se atrevió a ofrecerme su ayuda, aunque dudaba de su eficacia.

«—Tú confía en mí, Potter.

¿A caso eso es lo que haces tú? Con razón siempre estás tan ocupado.

No juzgues. Es la mejor decisión que tomarás. Verás que todos esos pensamientos desaparecerán.

No estoy muy seguro.

Le das muchas vueltas; solo inténtalo. —»

Después de esa conversación empecé a pasar mis tardes en compañía de Megan, sí, Megan. Y no precisamente para hablar.

—No hagas ruido —susurre sobre sus labios acomodándome entre sus piernas, deslizando mis manos por sus muslos. 

Abrí más sus piernas introduciendo mi lengua en el beso cuando sentí la presencia de alguien a mi lado. No le tome mucha importancia y seguí besando a la chica. 

Alguien tocó mi hombro, pero solo hice un movimiento brusco sin separarme. El roce se repitió, y solté un suspiro de frustración. En un movimiento brusco, giré la cabeza, irritado. ¿Acaso no veían que estaba inmerso en algo importante?

—¿Por qué en la sección de Historia? —preguntó una voz familiar.

Me quedé congelado, separándome de Megan, confundido. Era Isabella, que alzó una ceja, evaluando la situación. Aclaré mi garganta y me enderecé, tratando de parecer menos molesto.

—¿Qué haces aquí? Largo. Estamos ocupados.

—¿Acaso la biblioteca se ha convertido en un lugar para...? —comenzó, pero levantó la mano antes de que pudiera continuar. —Necesito un libro que está en esa sección. ¿Podrían moverse?

Megan se apartó con una seña, y la verdad, no era común que los estudiantes frecuentaran ese pasillo escondido al final de la biblioteca.

—Ya voy —le avisé, mientras ella me lanzaba una mirada por encima del hombro, marchándose del lugar. —Lamento que hayas tenido que ver eso.

—No es la primera vez que veo algo así. Aún así, me da igual. Solo quiero mi libro —respondió Isabella, extendiendo el brazo para alcanzar un volumen en la estantería. Me coloqué detrás de ella, manteniendo distancia y estirando mi brazo para ayudarla. Ella se giró y me miró.

—Rebelión de los duendes —leí en la portada, sonriendo mientras le entregaba el libro. —Creo que el profesor Binns deja los mismos deberes todos los años.

—Gracias —murmuró, sin mirar hacia arriba, y se marchó, dejando el pasillo en silencio.

Genial, James. La hermana de Zabini acaba de verte en una situación comprometida. Con un suspiro, recogí mi mochila y me dirigí al aula donde los chicos se reunían. Al entrar y proporcionar la clave de acceso, me senté al lado de Jack, que estaba profundamente dormido, con la boca abierta.

Dirigí mi mirada hacia Jacob, que se encontraba recostado en un sofá, jugando distraídamente con su varita.

—¿Después de Azalea tuve otra novia? —me atreví a preguntar, sintiendo la necesidad de saber.

Obliviate. |James Sirius Potter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora