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Narra Edward.
Me desperté por un fuerte golpe en mi abdomen. Abrí los ojos y me destapé. Vi su mano sobre la parte adolorida, y lo que es aun peor. Tenia una leve erección. ¿Qué me había hecho mientras dormía? Aparté su mano y me dirigí al baño, antes tenia que solucionar el problema de mi pene. Bajé mis calzoncillos, puse mi pene entre mi mano y me hice una paja.
Narra Andrea.
Me desperté debido a que llamaron al timbre, Edward no estaba, por lo tanto salí del cuarto. Miré hacia la puerta de entrada. No podía creer lo que estaba viendo. Pero... ¿Porqué? ¿Qué había pasado?
Dos policías estaban apuntando a Edward con una pistola, él estaba de cara contra la pared, mientras uno de los policías le ponía las esposas. Me acerqué a ellos, el que anteriormente apuntaba a Edward, me apuntaba a mí.
-Quieta. -dijo el hombre de traje mientras me miraba de arriba a bajo. -¿Quién eres? -¡Ella no tiene nada que ver joder! -Gritó Edward. -¡Cállate! -le ordenó el otro oficial que anteriormente le había puesto las esposas.
Sin decir nada más, el oficial de la pistola se acercó a mi, me dio la vuelta y me puso unas esposas.
-Queda usted detenida por cómplice. Usted tiene el derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga podrá ser usada en su contra ante un tribunal. Tiene derecho a consultar a un abogado y/o a tener a uno presente cuando sea interrogado por la policía. Si no puede contratar a un abogado, le será designado uno para representarlo. -dicho esto nos sacaron de casa y nos llevaron a su coche. De camino a comisaria mire a Edward que estaba serio mirando por la ventana. No entendía nada.
-¿Qué acaba de... -Lo siento. -Es todo lo que dijo en el trayecto.
Una vez llegamos, nos metieron en una celda a cada uno. Estaban situadas una enfrente de la otra. Observé la mía, tenia miedo. Las paredes eran frías de piedra, había literas, eso me hizo dar cuenta que no estaba sola, había alguien mas, solo supe que era una chica por su larga cabellera colgando de la cama. Seguí mirando, estaba todo vacío, hasta que vi un váter en medio de la celda. Era mugriento y de este provenía un olor desagradable.
-¿Y tú por que estas aquí? -la voz de la chica me sacó de mis pensamiento. No conseguía verla bien debido a la falta de luz que carecía en la pequeña celda. -Pues... No lo se... ¿y tú? -pregunté con miedo. -¿Yo? Por asesinato. -me hizo retroceder, pero mi espalda chocó contra las frías barras de hierro que no dejaban salir. Me hizo recordar que iba con escasa ropa. Sólo llevaba mi ropa interior, y la camiseta de Edward. El suelo era frío y pringoso, en las paredes había manchas de sangre.
Me giré, miré hacia la celda de Edward, apenas conseguí verlo, pero me ayudó la poca luz que entraba a la suya. El estaba sólo. ¿Qué nos harían? Tenia miedo.
-Edward... -le llamé. No obtuve respuesta. Le volví a llamar pero me hizo caso omiso. Me rendí. Me acerqué a la que ahora seria mi nueva cama. Me senté en ella, estaba dura.
