Prólogo

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De todos los días que he vivido, si pudiera elegir uno, no elegiría el peor. Pero tampoco el mejor.

De todos los días que he vivido, con lo que me quedo al final es con los recuerdos simples.

Los baños en el lago en septiembre, cuando el tiempo ya no acompaña y el agua era como pequeños cristales que se me clavaban en la piel.

Los gritos de Hunter mientras se me subía a la espalda de camino al instituto.

Los ratos muertos en el taller con mi padre, charlando de fútbol y música, sin saber lo que el destino nos tenía preparado.

Cantar con Brody hasta sentir más dolor en la garganta que en el corazón. Cantar hasta olvidar que las cosas malas, a menudo, les ganan terreno a las buenas.

Las carreras por el bosque intentando que el sheriff no nos pillara con la cerveza que le habíamos robado al padre de Wyatt.

Los abrazos de Ashley cuando se colaba por mi ventana después de que muriera mi padre y lloraba conmigo hasta que los dos nos quedábamos dormidos.

Las emboscadas que organizaba Savannah cuando quería que todos estudiáramos juntos

Los besos de Maia. 

Joder, qué bueno era tener los besos de Maia a cualquier hora del día, con cualquier motivo. Sobre todo, cuando no había un motivo. Solo porque sí. 

 El dolor de perderla. 

 El placer de encontrarme en la música. Los escenarios. La gente coreando mi nombre. La música vibrando, no solo en mi pecho, sino en el de un montón de personas desconocidas. 

 De todos los días que he vivido, si pudiera elegir uno, sería el día que nací y, en mi ficha médica, pusieron «Lugar de nacimiento: Rose Lake». Porque estoy seguro de que ser parte de ese pueblo ha sido lo mejor y lo peor que me ha pasado en la vida. 

 Ahora lo sé. Mientras la aguja del velocímetro marca una velocidad que nunca he visto antes y los bordes de la carretera se difuminan, puedo verlo. La velocidad tamborilea en mi pecho tan rápido como mi corazón, que se prende por el miedo y la adrenalina. 

La vida no va sobre mentirnos y sentirnos valientes cuando no es así. 

 La vida va de seguir adelante cuando piensas que no puedes más. Sobre todo entonces. Cuando sigas adelante con dolor, rabia y el alma a medias, sabrás realmente lo valiente que eres; cuando el miedo rompa tus alas y vueles más alto que nunca.

Cuando acabe el invierno y volvamos a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora