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La luz brillante del sol se estaba escapando de entre las cortinas beige. Hannibal acariciaba la espalda de la mexicana, mientras ella lo miraba de frente, en silencio.

-¿Irás?- pregunto Hannibal suavemente, Daniela salió de su transe y asintió con la cabeza.
-¿Necesitas que te acompañe?- pregunto de nuevo.

-No, estaré bien. Tu tienes que trabajar- respondió la mujer, y el soltó una risa.

-Mi jefe pidió el día, y si recuerdas, mi jefe es...

-Mycroft... Si, si lo se- completo Daniela.

-El te está esperando, y vas a tener que confrontarlo.- aconsejó, el seguía acariciando la espalda y Daniela se acercó al rostro del mayor.

-Si esperó 3 años, puede esperar un par de horas- susurró para después darle un enorme beso.

[...]

-Tendre que ir a ver mi nueva casa, ¿Quieres ir?- pregunto Hannibal tomando una tasa de café. Daniela se giro, mientras se ponía un abrigo delgado.

-Espero que esto no me consuma todo el día, si es así; me encantaría - respondió sonriéndole, giro su cuerpo para mirarse en el espejo.
-Mis hijos vienen en camino, quiero que los conozcas - dijo Daniela, acercándose a Hannibal, quién estaba sentado leyendo el periódico.

-Me encantaría- le sonrió de manera cálida, tomo la mano fría de Daniela y la beso en el torso de ella. -Siempre estás helada, comienzo a creer que estás muerta- bromeó, ella rio con fuerza, pero se puso sería al instante, a veces se sentía muerta en vida pero no quería sentirse así, por temor a sus hijos.

-¿Me llevas?- pregunto Daniela, el asintió energético y se levantó.
Caminaron hacia el auto, y tuvieron un viaje en silencio, hasta que la mexicana lo rompió.

-Creo que viviré una temporada en Londres- dijo Daniela, mientras mandaba mensajes por su móvil.

-¿En serio?- pregunto incrédulo, ella giro para mirarle y le sonrió.

-Que buena noticia, asi podré verte todos los dias- le dijo Hannibal, mirándola con una vibra rara, pero genuina.

[...]

Daniela bajo del auto, sin mirar hacia atrás. Estaba enfrente del viejo departamento de Sherlock. Lo primero que quería hacer era ver a Will, estaba ansiosa por verlo. Llevaba con ella una enorme bolsa con un moño. Se armó de valor y tocó la puerta.
Cómo era de esperarse, abrió la Señora Hudson, casi pegaba el grito pero Daniela hizo que se callara. Se acercó para saludarla de un beso en la mejilla y le susurro.

- Es una sorpresa, ¿Están en casa?- pregunto, y la señora asintió con una enorme sonrisa, Daniela imitó el gesto y procedió a subir.

Tomo la perilla de la vieja puerta y la abrió lentamente, no tenía ni idea de cómo se estaba arriesgando a qué la rechazaran, pero sabía que no sería así.

Estaba el pequeño William sentado en el suelo, jugando con animales de plástico y la enorme liebre estaba acostada a un lado del sofá. Ella se quedó parada en el marco de la puerta, abriendo por completo la puerta hasta que el pequeño poso su vista en la mujer.
Por un momento no la reconoció pero al instante un enorme grito seguido por una sonrisa azotaron la habitación, ella sonrió entrando al departamento con los brazos abiertos mientras que el niño se levantó corriendo a sus brazos.

-¡Madrina!, Te extrañe tanto - dijo suavemente el pequeño en los brazos de su madrina, ella lo abrazaba fuertemente.

-Yo también cariño- le dijo, dándole un beso en la cabeza. Ella giro su mirada al pasillo y ahí estaba Sherlock, de pie mirando incrédulo la escena. Daniela se puso recta y el pequeño se alejo de ella, también mirando hacia su padre.

Quo Vadis |Mycroft Holmes| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora