San Valentín.

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Los nervios se notaban en el rostro de Sano Manjiro. Siendo catorce de febrero esperaba pacientemente a su novio, en su lugar de reuniones.

Puede describir sus nervios como una extraña emoción palpitante que le hace diminuto. Su novio es la única persona en el universo que puede hacer nacer esos sentimientos en él, en el invencible Mikey.

Se comportaba como colegiala enamorada, desde tiempos pasados. Entiende el autocontrol, pero con su novio coqueteando no puede, ni lo intenta. Es inevitable sentirse así.

Puede sentirse desfallecer con un solo beso, de su amor.

Continuando, las cosas estaban acomodadas en su lugar; Draken y Mitsuya sostenían una cartulina, cada quien agarra un extremo; Baji y Chifuyu se encargarían de las bocinas y música; los gemelos tenían cajitas de múltiples regalos; los demás ayudaban con su presencia.

Te amo

Resaltaba la cartulina, con típicas decoraciones por todo el borde y una letra que fácil puede confundirse con un graffiti.

Su plan inicial no es solo armar una serenata con sus cantos y música elegida por Baji. Tenía pensado presentar a su novio con sus amigos, llevaban por ahí de un año y se le había olvidado tal detalle.

El único inconveniente en ese instante es: la impuntualidad y falta de tiempo de su pareja.
Su querido amor pertenecía a una banda y sus tiempos de ensayos son inestables, al igual que sus presentaciones y eventos, se le quemaba la vida rápidamente.

Su novio azabache prometió que llegaría hasta media hora antes, pero ya había pasado una hora y ni una señal de vida, mandó mensajes y ninguno fue leído.
Trataba de calmarse pero sus nervios no daban indicios de bajar.

—¡Ya me cansé! —Baji, siendo el primero en caer, dejó a un lado su bocina.

Todos asintieron a favor, estaban agotados luego del largo tiempo parados como estatuas esperando a un chico que no conocen.

—Solo un minuto... —murmuró esperanzado. Se sentía triste y en parte, traicionado.

—Hey, lindo. —Sonó una voz desconocida, menos para Manjiro, quien volteó sin medirse—. No hagas eso, te vas a torcer el cuello. —Se acercó lo suficiente para revolver los cabellos del más bajo.

Manjiro sentía su corazón saltar de felicidad, de ver a su querido cariño frente a él, con una sonrisa que solo le dedica a él, con esos ojos mirándolo a él.
Puede que haya tardado, pero cuando hacía presencia, olvidaba todo eso.
Disfrutando el tacto que le regaló y olvidando su anterior angustia.

Al contrario, lo demás estaban que morían por la apariencia del novio de Mikey.

Era de cabellos negros, alto y delgado, tanto como un palo de escoba. Sus ojos tenían un tono azul, podían ver el cielo desde sus iris, proyectándolo aun si es de noche. Tenía una perforación en su oreja izquierda, con un pequeño arete colgando y usaba delineador negro, disimulado.
Su ropa consistía en una camisa delgada, sin mangas y blanca, un pantalón recto negro con un cinturón de rayas negras y blancas, sus zapatillas rojas. Unas muñequeras negras y el estuche de guitarra sobresalía por su espalda.

Su vestimenta le daba veracidad a su profesión. Pertenecía a una banda.

—Sí viniste... —susurró conmocionado, después de todo la espera valió la pena.

—Perdón por llegar tarde. Makoto no dejaba de molestar con paja grupal y Akkun quería ensayar como veinte veces más, sin contar que a Yamagishi se le perdieron sus gafas. —Bufó recordando todo el show que tuvieron sus amigos para retrasarlo. O eso quería pensar, realmente la pelea con Akkun se proyectaba en su mente y le hacía hervir la sangre.

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