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Fátima siempre repetía que la vida debía ser disfrutada al máximo, dejar de permanecer arrepintiendo un error del ayer hasta el mañana. A pesar de los consejos de mi mejor amiga, que regularmente me entraban por un oído y salían por el otro cuando de enfrentar el problema se trataba, eran de gran ayuda.

Ella no podría aconsejarme en este instante, no porque estuviera ausente, sino porque tendría que empezar actualizándola desde el inicio: el día que perdí la virginidad. Sí, ahora había uno que otro secreto de mi parte, una doble vida que me aterraba comentarle. A fin de cuentas seguía su consejo de disfrutar la vida al máximo.

El sol se muestra en todo su esplendor salpicando su luz sobre "La plaza mayor", la cual está repleta de personas, en su mayoría turistas que pasean o se toman fotos alrededor de la feria. Como es temporada de verano, abundan artículos playeros, vestimentas de la estación, bebidas frías. Quienes ganan de más son los heladeros, las filas que se forman por una paleta son inmensas.

No estoy lejos de casa, sin embargo estoy perdido, este lugar es nuevo para mí, toda la ciudad en general. Fue complicado llegar aquí a pesar de tener un mapa en mi celular, todo por alguien que recién conoceré. Solo ruego porque valga la pena.

"¿Dónde estás?", envío un mensaje. Tardaría una eternidad en buscar su rostro entre tanta gente que va y viene, el tiempo vuela.

Unos señores se levantan de su banca, rápidamente me conduzco a ella y tomo asiento. Esto sí que es tener suerte. Una pequeña ave se posa a mi costado, se asusta y vuela ante el leve movimiento de mi mano. Un afiche pegado justo donde había estado el ave llama mi atención. Tiene la foto de un hombre atractivo, debajo dice en mayúsculas: "¡CUIDADO!

El afiche contiene más, sin embargo el vibrar de mi teléfono es la distracción suficiente.

"Detrás de los caballos"

Giro la cabeza por todos lados, se me dificulta respirar cuando veo a mi costado la estatua de tamaño mediano de tres caballos blancos con su respectivo jinete, un hincón llega a mi corazón. Está cerca, muy cerca. Es el sexto chico con el que he acordado un encuentro mediante el aplicativo que instalé hace dos meses como pasatiempo de verano. Y aún así los nervios me ganan, no soy ningún experto.

Su nombre es Caleb, o al menos eso sale en su perfil, saber si es mentira escapa de mis manos, de todos modos yo no he colocado ni mi verdadero nombre ni mi verdadera edad.

Tomo un suspiro y me pongo de pie, doy una vuelta por la estatua y me detengo al encontrar a un chico de cabello negro parado en medio de dos postes con la mirada fija en la pantalla de su celular. No dudo si aquella persona es Caleb, tengo la imagen de su rostro grabada en mi cerebro, así como la de otras partes de su cuerpo...

Empiezo a temblar, no es a causa del frío. Me genera estrés que no se de cuenta que estoy a cinco metros de él hace medio minuto que ha parecido lo equivalente a media hora.

"Delante tuyo, bobo", me veo obligado a enviarle.

Escucho el sonido en su celular confirmando que ha llegado mi mensaje. Veo la forma en que se alzan sus cejas y en una fracción de segundos tengo dos pares de ojos pardo haciendo contacto visual con los míos. Sonrío de la forma más inoportuna posible sin mostrar los dientes, eso lo auyentaría ya que en mí es un rotundo no.

Caleb también sonríe luego de esconder sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón negro, ¿nervioso? No puedo juzgarlo, mi respiración está como si hubiera corrido tres cuadras a máxima velocidad.

-Hola- dice. Escuchar su voz gruesa en persona causa el mismo efecto de erizar los vellos de mi piel a como cuando solía escucharla en sus audios.

-Hola.

TÓCAME EN SILENCIO +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora