Diez - Famoso

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Meses después

Odiaba con toda mi alma trabajar en la cafetería del aeropuerto.

Gente que iba y venía a todas horas sin un descanso. La cantidad de despedidas que escuchaba por día o, al revés, de bienvenidas llenas de felicidad. Muchos gritos, muchos ruidos de valijas chocando arrastrándose por el suelo, y sin dudas muchos clientes.

Aproximadamente vendrán 600 personas por día, si no son más, a tomar o a comer algo al local en donde atiendo. Son cincuenta mesas las que disponemos, y con mis dos compañeras no damos a vasto para atender sin cansarnos. A la mitad de la jornada apenas podemos caminar y manejamos un mal humor increíble.

- Esto va para la mesa 17 - me avisó el cocinero entregándome una bandeja con dos cafés y cuatro sándwich de jamón y queso

Agarré el pedido con la mano derecha y salí caminando en dirección a la mesa. Un hombre y una mujer de aproximadamente cincuenta años estaban sentados allí mirando sus celulares y esperándome a que llegara su orden.

Al llegar frente a ellos, los dos levantaron la vista y yo les sonreí. Les dejé los platos con los respectivos sándwiches y, justo antes de poder apoyar las tazas sobre la superficie de madera, sentí como alguien pasaba corriendo y me empujaba generando que la bebida caliente se cayera de forma escandalosa al suelo.

- EY - le grité a la chica que me había golpeado, pero ella ni siquiera me miró y siguió avanzando desesperada junto a otras chicas

Parecía que tenían que atender un asunto de vida o muerte con la velocidad con la que corrían hacia la zona de desembarco. Unas irrespetuosas. Por lo menos exigía que me pidieran disculpas por chocarme.

- Perdonen, enseguida pido que les preparen otro café y se los traigo - me expliqué con los clientes

La pareja me sonrió amablemente mientras negaban con la cabeza.

- Tranquila que no fue tu culpa lo que pasó - habló la señora - Las adolescentes de hoy en día se enloquecen con los cantantes esos famosos de ahora

- Si, hoy creo que llegaba uno de esos traperos de viaje - continuó diciendo su acompañante - Kusher, Pulsher, o algo así

Las manos me temblaron al oírlo, por suerte ya había dejado de sostener la bandeja.

No podía ser.

Después de tanto tiempo, tantos días y meses sin saber nada de él. Desde aquella mañana en la que me había ido de su casa y había cortado de forma total mi vínculo con Eduardo jamás lo había vuelto a ver ni a tener contacto.

Y ahora, como por arte de magia, volvía a aparecer en mi vida.

- Rusher - susurré, y el señor asintió dándome la razón

Giré la cabeza hacia mi derecha, donde se encontraba la pista de aterrizaje y por donde ingresaban todas las personas que volvían de sus viajes, y efectivamente una multitud de chicas que tendrían entre 13 y 20 años se encontraban allí esperando ansiosas.

¿Tan famoso se había vuelto en estos meses?. Me alegraba mucho por él, ver que por fin había cumplido sus sueños.

El tumulto de jóvenes empezó a gritar aún más agudo y a saltar de la emoción cuando las puertas corredizas se abrieron y, con muchos guardaespaldas a su alrededor, un chico de gorra y lentes se bajaba del avión. Thomas caminó rodeado de su seguridad hasta dentro del aeropuerto, y parecía que a sus fans les iba a agarrar un ataque al corazón de tanta emoción que cargaban.

Lo pude ver mejor cuando estuvo a unos metros mío. Vestía en esta oportunidad un pantalón de jogging color gris y una campera roja que le quedaba bastante grande, en sus pies un modelo de zapatillas Nike, y el poco pelo que se dejaba ver por los costados de su gorra ya no era más de color marrón sino que estaba decolorado.

Aún así sigue siendo hermoso, pensé.

- Yo no sé que le vió la China - comentó la mujer que estaba sentada en la mesa

Fruncí el seño sin entender.

- ¿Qué China? - le pregunté queriendo investigar, olvidando completamente que estaba trabajando y que todavía les debía dos nuevos cafés

La vuelta de Rusher me había descolocado completamente. No me podía enfocar en nada más que no fuese él y su nueva vida.

Los dos clientes me miraban como si estuviera fuera de tono, como si les estuviera haciendo una broma o algo por el estilo. Pero era de verdad, no sabía de lo que estaban hablando.

- Si ese cantante es el novio de la China Suarez - me dijo el hombre - Están en todos los programas esos de chusmerio hablando de ellos dos, yo llego de trabajar y mi mujer me vuelve loco contándome todas las novedades

En ese instante se me cayó el alma al suelo.

Thomas estaba de novio, y ya no más con María sino con la mismísima China Suarez. Increíble.

No sabía nada de esa novedad porque no seguía a ninguno de los dos en las redes sociales y tampoco tenía televisión en mi departamento como para poder enterarme.

Me quedé sin decir ni hacer nada por unos segundos hasta que la realidad me golpeó de vuelta y me disculpé con la pareja diciendo que ya les alcanzaba sus nuevas bebidas. Me tenía que concentrar, no podía dejar que por su culpa me arruinará mi día, y menos darme el lujo de atender mal y poder perder mi trabajo.

Caminé rápido hasta el mostrador de la cafetería y me metí detrás de este. Lavé las tazas que estaban manchadas y después las coloqué bajo la maquina para hacer otra vez los capuchinos.

Y, mientras estaba concentrada en esa tarea, sentí como un cliente llegaba al negocio.

Basta. No quería atender a nadie más por hoy. Tan solo deseaba que mi turno terminara para poder irme a descansar.

- ¿Ludovica? - habló alguien a mis espaldas

Esa voz.

Su voz.

Sugar Boy | Rusher KingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora