Cuatro - Presentaciones

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Terminé de ponerme el brillo labial y me miré al espejo por última vez. Corroboré que todo mi maquillaje estuviera bien, que no tuviera ninguna mancha indebida, y después me coloqué las pulseras junto a mi nuevo anillo de plata.

Hoy volvía a ver a mi amante.

Me había invitado a almorzar a su casa, diciéndome que había pedido sushi junto con un par de botellas de vino blanco para que disfrutaramos en su parque. Y me aclaró que me llevara una bikini, porque después nadaríamos dentro de la pileta que tenía en la vivienda. Su hogar era enorme, como una mansión de película. Era otra razón más para seguir con mi jueguito.

Una vez lista, tomé un taxi y minutos después estuve afuera de la casa. Toqué el timbre y Eduardo apareció del otro lado abriéndome la puerta.

- Hola mi amor - exclamó mientras se acercaba y dejaba un beso en mis labios

Puse mis manos alrededor de su cuello y ejercí presión para mantenerlo contra mí, en un intento de profundizar el beso. Pero él se alejó. Y eso me confundió un poco, ya que pensé que me había pedido que viniera para acostarnos.

- Todavía no Ludo - replicó, para después agarrarme de la mano

Atravesamos el living con dirección al patio y, una vez ahí afuera, fue que lo ví nuevamente. En esta oportunidad vestía unas zapatillas Nike de color blanco en sus pies, un pantalón corto negro y una remera amplia de color violeta con una estampa en su espalda.

Y no estaba solo. ¿Qué hacía su hijo acá en compañía de una chica?.

No dejé de mirarlo, lo que pareció llamar su atención e hizo que sus ojos café se posasen en mi cuerpo con una intensidad que parecía desvestirme.

Eduardo posicionó su brazo ahora en mi cintura y nos acercamos hacia la mesa en donde estaban los dos jóvenes. Toda la situación me estaba confundiendo bastante.

- Buen día - habló Thomas mientras saludó con un abrazo corto a su padre, para después abrazar por la espalda a la chica y enfocar su mirada en mí - Ella es María, mi novia, y ella es Ludovica, la novia de mi papá

La morocha se acercó y dejó un beso en mi mejilla, y yo correspondí al saludo de forma cortés. No iba a ser tan mala onda de no saludarla, aunque por dentro sentía un poquito de envidia hacia ella por estar en pareja con semejante bombón.

Y yo acá con alguien que me duplica en edad, que lindo. Nótese el sarcasmo.

- Como ya se conocieron con Thomi, a partir de ahora puedo pasar mucho tiempo junto a las dos personas más importantes en mi vida y organicé un almuerzo familiar para arrancar - explicó el hombre a mi lado

Sonreí, aunque estaba muy fuera de lugar. No quería pasar tiempo al lado de su círculo íntimo. Esto no era lo que habíamos planeado cuando empezamos a vernos.

Desde un primer momento habiamos hablado con Eduardo para que lo nuestro fuera solo sexo sin compromisos más que los económicos, pero se ve que ahora él quería cambiar lo propuesto. Él estaba enganchado conmigo y eso no podía suceder, porque yo no lo quería de igual manera.

Era mala para robarle el dinero, pero tampoco lo suficiente como para romperle el corazón.

- Señor ya está lista la comida - avisó la mujer que trabajaba en la casa realizando tareas domésticas

Mi "pareja" asintió y todos nos sentamos a la mesa en nuestros respectivos lugares.

El morocho estaba enfrente mío, con su malditamente perfecta sonrisa que me estaba empezando a gustar. Negué, sacando esos pensamientos de mi mente ya que a mi no me gustaba nadie. Solamente me involucraba si podía salir beneficiada.

El único amor que sentía era por esos papeles impresos con alto valor.

- Y bien - empezó a decir el mayor - ¿Cómo van con la relación chicos?

María sonrió ampliamente al oír la pregunta.

- Estamos cada día mejor, ¿no bebé? - respondió feliz a la vez que tomó del mentón a su novio y le dió un beso en su mejilla

El último nombrado también sonrió y correspondió al gesto de cariño, pero no besándola en la mejilla sino que lo hizo en la boca.

Observé mi plato, que contenía las piezas de sushi, en un intento por no sentirme incómoda viéndolos besarse. En mi interior se repetían las dos oportunidades previas en donde yo estuve a punto de hacerlo.

Una vez que la pareja dió por finalizado el beso y Thomas separó sus labios de los de ella, me miró fijamente para después hablar con doble sentido.

- Entre nosotros si hay amor - replicó

Pude entender a lo que se refería al instante: a la cuestión que habíamos discutido en esa mañana. Me estaba culpando por no amar a su padre nuevamente, pero en esta oportunidad delante del mismo. Aunque agradezco que Eduardo fuera tan ciego para no darse cuenta de la indirecta.

Los cuatro almorzamos entre charlas triviales y algunos silencios, donde las miradas entre el joven y yo estaban presentes y generaban algo de tensión.

Ya finalizada la comida y el postre, la señora de servicio retiró la vajilla y Eduardo aprovechó el momento para irse a colocar su traje de baño. En mi caso ya lo traía puesto debajo de mi vestido, por lo que deslicé el mismo hacia arriba y la bikini de color rojo se dejó ver.

Sentí sus ojos color café puestos en mi culo pero, al contrario de avergonzarme, aquello me hizo sentir bien. Me acerqué al borde de la pileta y me agaché a tocar el agua, a propósito para que mis glúteos sobresalgan aún más. Al notar que estaba algo fría, tan solo me senté en la orilla e introduje los pies dentro de la misma.

- Yo también voy a cambiarme - escuché a lo lejos que María le comentaba a su pareja

Algunos segundos después, una mano se posicionó lentamente sobre mi hombro y comenzó a hacer movimientos hacia los lados esparciendo una sustancia algo pegajosa. Mi hombre me estaba poniendo protector.

Giré mi cabeza hacia un costado para agradecerle el gesto y, tomándome por sorpresa, no me encuentré con Eduardo sino que era Thomas quien me estaba acariciando.

- Es que el sol está muy fuerte - se excusó mientras me sonreía de manera inocente - Además tenes la piel suave

Justo cuando estaba por responderle, veo por los vidrios cómo su novia estaba bajando las escaleras y se dirigía hacia acá de vuelta.

Dejé un beso en su mejilla y le respondí con un leve gracias, para después zambullirme por completo dentro de la piscina.

A ver si el agua helada funcionaba para bajarme el calor que había ocasionado Thomas en mí al tocarme.

Sugar Boy | Rusher KingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora