VII

167 29 1
                                    

|Las auroras de mis recuerdos|

–Lucas, yo... Debo irme ahora.

Cuando de nuevo las auroras boreales aparecieron, Lucas supo que no iba a pasar algo bueno. Quizás fue intuitivo por la gran diferencia de que ahora estas auroras eran feroces y soltaban un chillido estridente parecido al sonido de las ballenas.

Los labios de Lucas forman una mueca al ver como su amada Crístal estaba ahora y con la voz rota, le suplica que no se vaya.

–No... Crístal, por favor... No me dejes solo.

El cuerpo azulado de Crístal se estaba desintegrando en pequeñas partículas que revoloteaban en el aire y ascendían hacía el azulado cielo. Lucas se aferraba a ella, mientras que con un intento absurdo de volver el cuerpo de Crístal como estaba, tomaba algunas de las partículas que se formaban buscando pegarlas a las zonas huecas. Pero nada servía y cada vez más partículas salían del cuerpo de Crístal.

La teoría remota que se le ocurrió a Lucas cuando comenzó a desarrollar cariño por Crístal estaba sucediendo. Aunque no quería admitirlo. Por primera vez, Lucas deseaba no tener razón.

Crístal toca las mejillas del mago para poder contrarse con sus ojos de nuevo.

–No... No te vayas, Crístal por favor... Quédate conmigo. – Suplica Lucas. –

El picor bajo los ojos de Lucas se intensifica cuando la sonrisa de Crístal asoma su bello rostro. Aún cuando le estaba sucediendo eso, ella no parecía afectada en lo absoluto.

De alguna manera, Lucas se alegraba de que ella no estuviera sufriendo.

–Me están llamando. Lo siento.  – Dice ella. –

Con sus pulgares, Crístal limpia las cálidas lágrimas que comienzan a descender por las mejillas de Lucas.

La sonrisa de Crístal se borra.

–Estás llorando. – Le dice. –

¿Llorando?

Una acción que Lucas pensó que jamás iba a hacer, justo ahora la estaba sintiendo.

¿Era por eso la presión en su pecho?

Las burbujas se estaban hinchando en su cuerpo y comenzaban a afixiarlo de nuevo.

Lucas había estado solo durante la mayoría de su tiempo de vida. Muy pocas cosas lo habían hecho feliz o al menos, sonreír. Por eso cuando llegó a ese lugar, no pudo importarle menos, acostumbrado a la desdicha que le acompañaba y que él nunca hizo el intento de alejar.

Sin embargo, ahora que Crístal se había convertido en su compañera de viaje y en la persona con la que pasaba sus días, tardes y noches, todo cambiaba. No tenía a nadie más que Crístal. Ella lo hacía sentir vivo y con ella había traído los colores que faltaban en el mundo de Lucas.

–Tú también estas llorando.

Las lágrimas blancas y parecidas a perlas caen de los ojos enjoyados de Crístal quien parecía igual de confundida que él.

Esa era la primera vez que Crístal lloraba y aún cuando nunca pudo sentir nada... Justo ahora que se estaba despidiendo de Lucas, su cuerpo no parecía poder soportarlo.

–No quiero irme... – Suelta finalmente Crístal. Su voz se escuchaba mucho más acuosa que antes. – Quiero seguir a tu lado, Lucas . – Declara finalmente la criatura. –

Crístal había sido creada de la nada, una criatura destinada a hacer sufrir al pecador del limbo desértico. Por eso, el hecho de que ella comenzara a desarrollar sentimientos por él, la hacían defectuosa.

Pero igual, ella prefería eso a no sentir ese cariño que sentía por Lucas.

Las lágrimas de ambos descienden cada vez más deprisa, mientras se aferran con fuerza.

–Crístal... No...

Ya era tarde para sus deseos. La vida de Crístal se acababa allí. Ahora debía volver arriba, donde la llamaban.

Las auroras furiosas comienzan a removerse como nubes a punto de llover, el sonido chirriante se intensifica mientras el cuerpo de Crístal sigue desintegrandose. El cielo se mezcla en colores turquesas, azules y rojos.

–Por favor, no te vayas... Tengo miedo.

No quiero volver a estar solo...

Lucas no quería ser de nuevo abandonado por nadie más.

–Volveremos a vernos... – Entonces Crístal pega su frete a la suya. – Algún día. –

–¡Crístal! – Solloza el mago aterrado cuando siente que estaba perdiendo a su acompañante. –

En un intento desesperado, el mago abraza a lo poco que quedaba de Crístal, pero tan pronto eso ocurre, su cuerpo se convierte en particulas completamente. Lucas intenta sujetarlas pero es inútil y solo puede ver como estas comienzan a ascender hacía el cielo lleno de auroras boreales.

–¡NO SE LA LLEVEN!

Todo había sido juego de quienes lo mandaron allí. Su castigo real, no era el limbo, sino Crístal, a quien habían arrebatado al igual que él arrebató la esperanza y felicidad de muchas familias.

Y aún si eso era así, Lucas lo volvería a hacer mil y una veces si hiciera faltafalta. Solo para poder encontrarse de nuevo con Chrístal, Lucas pecaría una y otra vez solo para poder volver a verla.

–¡CRÍSTAL!

Sin embargo, esas ideas egoístas de Lucas harían que jamás volvería a ver a Crístal. Y eso él lo sabía.

Todo era tan confuso porque a la vez que no se arrepentía de nada, también lo hacía. Estaba a punto de volverse loco.

Lucas grito, suplicó, pataleó como un niño pequeño, pero nada. Nadie le regresó a su Crístal.

Y ahora que estaba solo, triste y desesperado, Lucas entendió que su castigo ya había comenzado al fin.

***

El limbo del pecador [Jeanette/Lucas] | WHO MADE ME A PRINCESS? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora