Marca de Propiedad

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-Muy bien, omega... Respira profundo, esto sólo te dolerá bastante cuando lo haga... Y cuando termine, te dolerá aún más -sonrió amplio tomando la yerra con su sello, estando este al rojo vivo. Alzó la sucia camisa que traía el menor, dejando su espalda descubierta-.

El pecoso no pudo siquiera preguntar qué era lo que haría cuando sintió el hierro caliente posarse contra su piel, quemándola mientras un alarido de dolor salía de su garganta al mismo tiempo que gruesas lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas. Casi podía jurar que se había desgarrado la garganta después de aquel grito; se sintió mareado a la par que su cuerpo daba ligeros espasmos por el dolor que aún sentía acompañados de suaves quejidos y sollozos ahora roncos.

-Vaya, esperaba que te desmayaras luego de hacerla... -dió una ligera caricia en sus cabellos con cierta sorna para luego mirar la quemadura que había hecho, sonriendo suave al ver qué la forma había quedado casi perfecta- Esa es una buena marca, enano, sanará... Mientras te cures bien -lo tomó de los cabellos arrastrándolo hasta la casa, ignorando -una vez más- el cadáver, luego se encargaría de eso-.

-E-eres una bestia... Un bruto... ¡Yo no te voy a servir! ¡No soy tuyo! -gritó con la poca fuerza que le quedaba, lastimando más su garganta- Jamás te voy a servir... -esta vez murmuró bajo y de manera ronca, sintiendo su alrededor dar vueltas-.

-Estás tan cansado, mírate... Espero que despiertes pronto, porque cuando regrese quiero mi comida lista... -murmulló de manera ronca entrando a la casa y seguidamente, dirigirse a la habitación del menor y aventarlo a la cama-.

Lo escuchó quejarse al caer de manera brusca sobre el colchón -el cual era de paja- por lo que simplemente sonrió leve mientras cerraba la puerta detrás de él. Salió luego de la casa, mirando el cielo mientras suspiraba; realmente tenía hambre y no quería regresar a aquel lugar, pero no había otra opción.

Caminó hasta donde estaba su caballo, acariciando luego la crin de este. Acomodó la montura con cuidado de no lastimar al equino y después subió sobre este comenzando a cabalgar de regreso al centro de aquel reino.
No estaba seguro realmente del porqué es que sentía aquella extraña sensación alojada en su pecho, creciendo de a poco conforme más buscaba la respuesta. Quizás era frustración por haber matado a aquel pequeño omega que era su esclavo; quizá era enojo por la actitud tan huraña que tenía el pecoso, de no querer hacer lo que él mandaba; quizás era...

Fuera como fuera, simplemente iba a ignorarla y seguro desaparecería en algún rato más, tenía que distraerse y olvidar esa sensación tan extraña.

El pecoso cuando recobró la consciencia abrió sus ojos sintiéndose completamente agotado y adolorido. Trató de levantarse soltando un gemido bajo de dolor mientras hacía una mueca.

–Ese a-alfa horrible… –susurró entre dientes levantándose de la cama con bastante dificultad–.

Caminó con lentitud y apoyándose de las paredes buscando algo con lo que pudiera curarse. Encontró realmente poco; un trapo que tuvo que lavar pues estaba completamente sucio y nada más que agua.

–Genial… Tendré que salir a buscar hierbas… Ese pagano recibirá su merecido–.

Mojó el trapo con agua limpia y lo colocó en aquella quemadura aguantando el dolor, pero sintiendo un momentáneo alivio cuando sintió el frío de este.
Cuando pudo haber descansado un par de minutos, decidió intentar salir de la casa. Soltó un gruñido alto cuando no pudo abrir la puerta, el alfa la había cerrado apenas salió.

–¿Me dejó encerrado aquí?... Dios, perdóname... M-maldito pagano –gruñó alto algo molesto para después caminar nuevamente hacia la habitación haciendo una mueca–.

𝐌𝐲 𝐬𝐭𝐫𝐞𝐧𝐠𝐭𝐡 𝐢𝐬 𝐲𝐨𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora