DIANA BARRY-"No me dejes caer"

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Personajes: Diana x TN.
Advertencia: Ninguna.
Créditos: Mi imaginación.

Créditos: Mi imaginación

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—Detente, por favor.

Le ruego con la voz quebradiza, el sonido del cinturón golpeando mi cuerpo hace eco en la oscura habitación, junto con los rápidos latidos de mi corazón y los sollozos que brotan de mi garganta, que duele como el un infierno luego de haber gritado por un prolongado rato. El tiempo pasa y yo solo me pregunto cuando terminará mi tormento.

Luego de la muerte de mi madre, mi padre se volvió un alcohólico empedernido, y comenzó a descargar su furia en mí, su única hija.

Volver del trabajo, beber hasta perder el sentido, enojarse conmigo por tonterías y golpearme hasta el cansancio, se ha vuelto su rutina. No recuerdo la última vez que fué cariñoso conmigo, el recuerdo de los golpes cubrió los buenos tiempos que pasamos en familia.

Suspiro aliviada al ver que de detiene, lo miro aterrada. Me encojo en una de las esquinas del cuarto, abrazando mis piernas que arden, la sangre y las lágrimas manchan el piso. Lágrimas. Últimamente ya no me quedan muchas, luego de pasar años llorando, es como estar seca por dentro. Las lágrimas son de alguna forma un método en el que el cuerpo habla y se desahoga, mientras la boca no puede explicar con las palabras el dolor y sufrimiento que desborda del corazón.

—La próxima te irá peor, mocosa.

Me advierte, apuntando con el cinturón en su mano. Un escalofríos recorrió mi cuerpo, sabiendo que sus palabras son ciertas, cada día se supera en fuerza, la última vez me desmayé al no poder soportar el dolor mucho tiempo.

Hago un esfuerzo sobrehumano para poder levantarme, el punzante dolor en mi espalda y las lágrimas que caen por mis mejillas me impiden pensar con claridad y encontrar la puerta de mi baño en la penumbra de la noche.

Vuelvo a suspirar al sentir el frío metal de la perilla de la puerta, entro y enciendo la luz. Lleno la bañera de agua tibia.

Me quito la ropa frente al espejo, y más lágrimas caen de mis ojos al observar las marcas en mi piel, de varias de ellas gotean sangre, manchando el piso.

Meto mi cuerpo malherido a la bañera, soltando un gemido de dolor cuando el agua toca mi espalda.

¿Cuando será el día en que podré salir de éste infierno?

Pregunto mirando el agua teñirse de rojo lentamente, a una lentitud tortuosa. Camino hacia la fría cama, con un intenso dolor martillándome la cabeza. Escucho un extraño ruido proveniente de la ventana, despertándome. Tiemblo completamente al pensar que podría ser mi padre nuevamente, aunque sé que nunca me pega dos veces el mismo día, lo cual agradezco inmensamente.


Me armo de valor y echo un vistazo hacia ése punto de la habitación, pero nada ni nadie se encuentra allí. Y cuando creí estar a salvo, el ruido vuelve a oírse. Algo golpeó la ventana desde afuera.

Me levanto con pesadez y corro un poco la cortina para ver mejor, descubro una figura en el jardín mirando hacia aquí, salto hacia atrás al ver cómo lanzó otra piedra a la ventana. Espero unos segundos antes de abrirla por completo, el muchacho sonríe satisfecho.

—¿Que haces tú aquí?

Le pregunto con desesperación, mirando hacia los lados, temiendo que mi padre nos descubra y nos mate a ambos.

—Apártate, voy a entrar por la ventana.

Grita/susurra, asiento resignada. Espero a que lo haga, poniéndome más nerviosa a cada segundo. Veo su silueta entrar a la habitación y mi pulso se acelera, una pizca de alegría nubla mi juicio. Debo admitir que me hace feliz verla, es como la calma después de la tormenta. Pero está tormenta es feroz y arrastra con absolutamente todo a su paso, lo último que quiero es que se vea envuelta en mi mierda de vida. No quiero que la arrebaten de mi lado, es lo único que tengo. Su sonrisa me llena de vida.

Se queda mirándolas unos segundos. Nerviosa inspecciono rápidamente el lugar para ver que no haya nada sospechoso, no deseo oír sermones ahora mismo, solo añoro su compañía. Su sonrisa desaparece al ver las manchas de sangre en el suelo, maldigo mentalmente por olvidar limpiarlas.

—¿Que haces aquí, Diana?

Hablo, tratando de desviar su atención de las manchas rojas. Se queda muda unos minutos, el silencio es incómodo y siento los nervios a raya, juego con el dobladillo de mi camisa nerviosa.

—Lo ha vuelto a hacer, ¿Cierto?

Las señala, aprieta fuertemente su mandíbula. No respondo, sólo me limito a bajar la mirada, dejándole claro que así fué.

—Sí.

Me trago el nudo de mi garganta.

—Vámonos de aquí, solos tú y yo.

Sus palabras me tomaron por sorpresa, he esperado éste momento desde que mi padre comenzó a beber, pero ahora que lo estaba viviendo, me parecía lo más ridículo del mundo. Un deje de esperanzas crece dentro mío, pero se esfuma al pensar en mi progenitor. Me buscaría por cielo y tierra.

—¿Y a dónde iríamos? No tengo dinero.

Río sin gracia, sentándome en la cama. Ella toma asiento a mi lado.

—A dónde sea, y tengo mucho dinero ahorrado. Nos iremos ésta noche, empaca tus cosas.

La miro indecisa. Considero su propuesta, es una verdadera locura. Nos encontrarían a dónde fuera que vayamos. Pero pienso que sería un riesgo que hay que tomar. Talvez me equivoque, y Diana y yo viviríamos nuestro amor como se debe. No creo que allá afuera sea peor que aquí.

—¿Qué pasa si nos descubren, Di? Mi padre me enterrará viva.

—No lo harán. Pero si lo hacen, no te dejaré caer sola, estamos juntas en ésto. Confía en mí.

Toma mi mano y deja un suave beso en ella, luego sonríe. Asiento lentamente con la cabeza. Empaco algunas pertenencias, y bajamos por la ventana.

Sonrío al sentir el aire fresco de la noche sobre mí rostro, pensando que por fin termina el infierno para mí.





📷 Instagram: @ferchu_castro23

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