ARIES

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Naranthir se despertó con las primeras luces que asomaron por su ventana. Siempre estaba preparado para un nuevo día. Salió corriendo de su pequeña cabaña y se fue al pueblo.

La gente siempre criticaba su aspecto, ya sabes, no es muy normal encontrarte un chico tan bajito, y encima dotado de unos cuernos de carnero, es, por lo menos, peculiar.

Le gustaba pasar por la plaza, sus sentidos se agudizaban. Le gustaba cerrar los ojos y sentir los olores en su nariz. Las frutas y verduras, el pescado fresco con su fuerte aroma, las especias... Era feliz con sólo eso.

También disfrutaba el paso del tiempo, ver a los niños crecer, las plantas florecer... Se quedaba hipnotizado.

En una de sus admiraciones a una flor, una bota la pisó. Naranthir miró hacia arriba, dispuesto a quejarse de ese acto. 

-¡Eh! No te da ver...- Su discurso cortó en seco al darse cuenta de que quien había pisado la flor era un guardia real.

-Naranthir Baneotune, hijo de Legolas Baneotune, se os requiere en el palacio real.

Naranthir tragó saliva, nervioso. ¿Habría hecho algo malo?

Hijos de YeneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora