Un carruaje del gobierno del Bazaar había irrumpido en la aldea de Los ocasos. Los encargados de seguridad fueron a hacer constar que estarían bajo vigilancia debido a que la posesión de tótems era muy codiciada y por tanto debía ser muy protegida. El dueño del vehículo aceptó, dejando las llaves del móvil bajo custodia de uno de los guardias, aclarando que venía en total són de paz y que, como muestra de su admiración por una seguridad tan bien estructurada, hizo aparecer por arte de magia una taza de chocolate caliente para cada uno de los soldados que ahí se encontraban. Risueño, les deseó buen día y comenzó a caminar hacia el lado norte de la aldea.
El pequeño ser regordete de morada piel se dirigió al monte y comenzó a subir por el pequeño sendero que conducía a la cima del mismo. La aldea era pequeña, los rumores de esparcían rápido y fue sólo cuestión de segundos para cuando el mismo grupo de niños espiaba con cautela el dorado carruaje del Bazaar.
- Señor P mío, ¿está echo de oro?
- Debe ser conocido de la alcaldesa del Bazaar.
- ¿La alcaldesa es esa señora con la cara vendada?
- ¡Sí! La señora Tara.
- ¿Qué hará aquí?
- ¿El loco del monte habrá cometido algún crimen y lo vienen a buscar?
Los cuchicheos no paraban y las especulaciones de los niños ya habían llegado hasta concluir en alguna extraordinaria aventura de televisión de Brawlywood.
Era apenas medio día, el sol nunca había sido muy fuerte en aquella helada zona, por lo que incluso a esas horas de la tarde, el frío seguía siendo más pertinente que el calor solar. El bazaartense ya había logrado llegar a la misteriosa cabaña de madera oscura, notando irremediablemente la infinidad de cascabeles que adornaban tiernamente el porche de la casa. Con una sonrisa, se encaminó hacia la puerta y llamó con tres golpecitos. No obtuvo respuesta. Al cabo de otro rato volvió a llamar, pero el silencio seguía siendo lo único que obtenía. No dispuesto a llamar una tercera vez, chasqueó sus dedos y en sus pies apareció una tierna tarántula.
- Bahalawa - le dio un tierno golpecito en su cabecita y la arácnida le sonrió con sus seis ojos para después acatar sus instrucciones: se introdujo por debajo de la puerta de madera y desapareció de la vista del ser morado. Fue cuestión de menos de cinco minutos cuando un agudo grito se escuchó desde dentro de la cabaña seguido de algunos objetos cayendo y algunos otros siendo lanzados. Despavorido, León salió corriendo fuera de su casa, sintiendo ñañaras en todo su cuerpo después de haber sido despertado con una espantosa tarántula caminándole sobre la mejilla.
- Bawaha - le saludó el genio.
El más joven notó entonces la presencia del esposo de la señora Tara. Sonriente, fue en busca de su encuentro y se estrujaron en un amigable abrazo.
- ¡Buenos días! qué gusto verlo - se separaron sonrientes - ¿Tiene mucho tiempo esperando? lo lamento, estaba dormido - se disculpó apenado.
- Bahalala.
León invitó a Gene a pasar. El mayor tomó asiento en el sofá del castaño mientras este preparaba un té de hierbabuena y menta. Volvió al cabo de unos minutos con dos tazas y un tarrito de azúcar.
- No sé qué tan dulce le gusta y no quise suponer - el genio le sonrió y le agradeció la atención.
- ¿Bawalaha?
- Bien dentro de lo que cabe - sintió la mirada intrigada del genio. Suspiró, sabía que esperaba la respuesta larga - No creo haber mejorado: Lo extraño. Sigo cenando con él en las noches, duermo de día y vivo de noche, todos los domingos compro un cascabel en cuenta de las semanas que paso sin él - bajó la mirada deshecho - Sigo sin aceptar que ya no está conmigo -
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Erase una vez... [Leondy]
FanficErase una vez un León Piepequeño que llevaba viviendo en un solitario bosque ya diez años. Su edad lo catalogaba como un adulto de 27 inviernos, sombrío y solitario, viviendo de noche y escuchando las risas de las estrellas que tan enamorado lo tení...