1. Prueba de Embarazo

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Sabían que este día podría llegar, pero no que fuera a ser tan pronto. Aunque no se le puede denominar "pronto" a una espera de cuatro años a lado del llamado "hombre más fuerte de la humanidad".

—¿Puedes darte prisa? Esa mierda sólo dice que hay que esperar diez minutos —la voz tras la puerta suena con un aire de molestia, aunque viniendo del gruñón que llama "esposo" no es de sorprender.

Levi Ackerman, teniente coronel, líder de una de las tropas japonesas con mayor reputación dentro del país. Su escuadrón considerado el más fuerte y no por menos letal, teniendo un porcentaje nulo de bajas o fallas en cada misión o labor encomendada. Si, el mismo hombre que año con año gana medallas y reconocimientos es el mismo que ahora toca irritante la puerta de madera tras su espalda.

Que le ore a la deidad más poderosa que conozca que está a punto de desatar algo más que una simple molestia.

Hace unos meses que después de acordarlo con calma, finalmente se decidirían a tomar ese gran paso. Si, ser padres.

La planeación del cuándo llevo meses de preparación, calcular en qué mes del año preferirían que naciera y las condiciones que lo rodearían. Si nacería en la ciudad natal donde es perteneciente May o Levi, el idioma que hablaría primero y detalles por pulir. En fin, una planificación cuál campo de guerra en la que muchas veces saliste victoriosa y en otras diste tu brazo a torcer.

—Aún faltan un par de minutos, y donde me vuelvas a golpear así la puerta te juro que boto los limpiadores importados que llegaron por la mañana —el golpeteo finalmente se detiene y se escucha su característico chasqueo de lengua, irritado pero derrotado.

La prueba está boca abajo y no conforme con eso también lleva puesto una toalla facial encima, el reloj en la muñequera de la rizada marca un incesante tic-tac que le martilla el cráneo. La espera está por matarle y el primero que se cruce en su camino perecerá, el hombre bajito que espera paciente fuera del baño parece el candidato perfecto.

El ruido de la alarma termina con la ensoñación. Finalmente. El tiempo se ha agotado y es hora de ver los resultados.

Sus manos ahora están temblorosas y su respiración se agita. Sabe que la adrenalina está haciendo de las suyas y de dejarla ganar le hará quedarse pasmada sin saber cuál fue el resultado de la prueba.

—May, será mejor que me abras la puerta a menos que quieras que la derribe.

—Si lo haces arrojaré la prueba por la ventana y tendrás que saltar por ella —responde de regreso.

—Sabes perfectamente que lo haré si hace falta —su respuesta produce una boba sonrisa en sus labios y por un instante el nerviosismo cesa.

Su atención nuevamente se dirige a la toalla en color rosa.

"Es ahora o nunca"

Si la tensión dentro del cuarto de baño era mucha, la tensión fuera dé lo era más

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Si la tensión dentro del cuarto de baño era mucha, la tensión fuera dé lo era más.

El mismo sonido de sus propias pantuflas golpeando constantemente el suelo ya le habían irritado, sus mascotas se habían sentado a lado de la puerta esperando por igual el resultado, o quizás tenían hambre y quien los premiaba por sólo existir se encontraba dentro del cuarto.

Miles de preguntas y posibles resultados abordaban la mente del azabache y el silencio sólo le ponía los pelos de punta. Estaba nervioso por tercera vez en los veinte años que lleva sirviendo a su país como soldado, afrontando misiones consideradas de alto riesgo.

La primera vez le sucedió al pedirle formalizar su relación a lo que se le denomina "noviazgo", después proponerle matrimonio, y finalmente en la actualidad.

Ya no tenía uñas por morder y usar las de su perro o gato no era una opción. Debía comenzar el plan D.

Derribar todo.

—Al carajo. May, abriré la jodida puerta de una patada.

—¡Espera! —luego de una espera de un par de segundos, escucha el pestillo de la puerta ser retirado y finalmente observa a la mujer de mayor estatura y vestimenta casual asomarse tras la puerta.

Usa un suéter que reconoce como suyo y unas medias grises a juego, unas pantuflas rosas en conjunto con su nariz y mejillas. Sus pequeños hipidos lo alertan

—¿Esa basura falló? Si es así busca mi uniforme táctico que ahora mismo- —la oración queda en el aire y entre los labios de ambos.

Transcurren un par de segundos donde el mayor de ambos se dedica a consolar las lágrimas de la mujer en sus brazos. Sus hipidos poco a poco cesan hasta que se separan del confortante abrazo que los unía.

—Levi, mi gruñón...

—¿Quieres que vaya de nuevo por la escoba?

—Es positiva... Vamos a ser padres —Levi nuevamente se ve apresado por la comodidad y calidez de los brazos de la mujer que orgullosamente puede llamar "esposa".

Se vienen tiempos difíciles para el matrimonio Ackerman.

¿El Hijo Más Fuerte De La Humanidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora