2. Náuseas

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—¡Teniente Ackerman! —la chica de cabello anaranjado llega deprisa junto a su superior emocionada y sonriente. Saluda al mencionado y lo acompaña en su trayecto a la oficina principal.

Desde que se hizo oficial el embarazo de la que apodan con cariño "domadora de bestias" todo el cuartel se vistió de manteles largos. No tardaron en visitar el hogar del feliz matrimonio y llenarle de regalos pese a siquiera saber si será una mini May y una versión "aún más diminuta" del teniente.

Pero eso de "versión aún más diminuta" no lo debe saber a menos que todo el cuartel desee no parar de limpiar los baños por lo que resta del embarazo de May, así que no lo mencionaremos más.

—¿Qué tal se siente su esposa? Debe ser difícil llevar a un ser vivo en tu vientre y mantenerlo vivo hasta que nazca.

—No te enfrasques, Petra. Apenas han pasado un par de semanas —su atención sigue en los documentos que lee mientras camina, ignorando por completo el saludo de los soldados que se enfilan al verlo pasar. —¿No tienes mejores cosas qué hacer en lugar de estar pensando todo el tiempo en ella?

—Teniente, es usted muy frío. ¡Pobre May, debe soportar terribles heladas a su lado!~ —su tono se vuelve burlón al instante y es a punto de ser amonestada por la excesiva confianza hacia su superior que el teléfono del mayor de ambos suena.

Es una canción "ridículamente escandalosa" personalizada para que cuando ella exclusivamente llame suene.

—Eso es... ¿Lalisa Manoban?

—A limpiar los baños, si le cuentas a alguien de esto lo harás el resto de tu vida —y con esa amenaza con aires de órden asiente temerosa del cumplimiento de la misma y huye despavorida.

Suspira resignado a ver a su escuadrón limpiar baños por los siguientes años y responde a la llamada entrante.

—Ackerman.

—Levi... ¿Sigues torturando a Hange?

—Ella no necesita que yo lo haga, vive en su laboratorio y ella misma se jode la existencia con problemas que son niñerías. ¿Sucede algo?

—Me siento muy mal del estómago, no puedo mantener nada dentro y todo me produce náuseas. ¡Incluso los romeritos* que hizo mamá! —ahora su voz pasa de ser quedita a quebrantarse en llanto.


No es que su pareja fuera débil, al contrario. Era y es la mujer más fuerte que pudo conocer y es en muchas ocasiones en que su fortaleza lo mantiene a él de pie, pero hay momentos en que es ella quien necesita que la mantengan de pie. Siendo ahora uno de esos momentos.

—Repira, mocosa. Ahora mismo le ordenaré a Hange irte a ver. Llegaré tarde así que te prohíbo esperarme. ¿Quedó claro?

—No soy uno de tus soldados. En la base militar mandas tú, pero en mí casa mando yo. Ten un lindo día, gruñón —y la llamada finalizó.

Tras esperar un par de segundos, retira el teléfono celular de su oreja y se permite unos segundos para observar el fondo de pantalla en aquel aparato.

Es la primera foto que tienen juntos, su primera cita. Fue una selfie que claramente el hombre militar no tomó pero tampoco se negó concretamente a posar, es un recuerdo del inicio de una travesía que hasta el día de hoy continúan viviendo.

—Sigues siendo una mocosa... Pero mí mocosa...

 Pero mí mocosa

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¿El Hijo Más Fuerte De La Humanidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora