¿El Hijo Más Fuerte De La Humanidad?

8. Estrías

Tras el nuevo diagnóstico de su esposo se le fue ordenado llevar un seguimiento con el médico ante su salud y reportarse en la brevedad posible. Todo poco a poco retomó la normalidad.

Hasta ahora.

Era y es consciente de los cambios en su cuerpo, carga con una vida en su vientre y lejos de lo que imaginaba lo llevaba con mucha calma. Pese a ser ambos primerizos siempre son cuidadosos con las indicaciones de la ginecóloga y las órdenes médicas de Hange. Bien dicen. El peor paciente de un médico siempre será otro médico.

May todos los días acaricia con cariño su vientre, sintiendo bajo su tacto en ocasiones los movimientos de felicidad de la pequeña niña.

Pero esa mañana algo había cambiado en la textura de su vientre.

Se levantó con calma de la comodidad de su cama y ,aún adormilada por el profundo sueño en que había estado, se paró frente al espejo. El outfit de esa noche había sido una playera de su esposo y unos cómodos pantalones para dormir. Su gato por igual despertó y fue directo a frotarse contra la pierna afelpada de su dueña.

—Buenos días para ti también, pequeña —sonríe al escuchar al felino maullar y regresa su atención a lo primordial.

La sensación nueva en su vientre.

Con cierto temor levanta la playera mirando con atención cómo poco a poco se vislumbran unas líneas blanquecinas en su vientre, rodeándolo cómo si lo abrazara.

"¿Qué...? Pero usé las cremas..."

Sería mentira decir que a primera instancia no te asustó. El cuerpo cambia y con ello vienen las repercusiones. Las líneas blancas las reconoce perfectamente: son estrías. Sabía que podía pasar, era una posibilidad aún con las cremas para prevenirlas. Pero bien Hange se lo dejó en claro. "Son para prevenirlas, no para evitarlas".

Observa de diferentes ángulos los nuevos tatuajes en la hinchada panza, no causan estragos mayores en ti, sólo esa espinita de la sensación para nada simétrica y cotidiana de ahora acariciar su vientre. Pero las ama.

Las ama porque son un recuerdo más de la travesía durante los nueve meses en que tuvo al fruto del amor que se profesa junto a Levi en su interior, sintiendo casa latido y movimiento del mismo. Porque es un recuerdo que llevará con cariño y del que no hay porqué avergonzarse. Porque es su cuerpo y con o sin estrías es bello para ella y nada más importa.

Sonríe y acaricia con delicadeza cada fina línea que rodean su ombligo y giran por todo su vientre.

—No cabe duda, serás el hijo más fuerte de la humanidad, mi niña...

Es cuando sigue mirándose a través del espejo que observa asomarse de entre las cobijas y almohadas una cabellera azabache que conoce a la perfección y un teléfono apuntando hacia ella.

—¿Qué haces?

—Sigue en lo tuyo, guardo recuerdos para cuando ella crezca —sonríe enternecida por aquello y se gira aún acariciando su hinchado vientre.

—¿Qué hubiera pasado si me desnudaba en pleno vídeo?

—Hubiera sido un recuerdo para mí —ahora la sonrisa se volvió una carcajada y camina devuelta a la cama, hundiéndose bajo las sábanas y almohadas.— May.

—¿Dime?

—Eres la mujer más preciosa del mundo —su mano busca la contrario y la acerca a sus labios, besando sus nudillos con cariño.

—Te amo, mi gruñón. Pero aún así no limpiaré el arenero de Milk. Es tu turno.

—Había que intentar. Duerme otro rato, yo me encargo —y tras May recibir un beso en la frente, sintió la cama moverse en señal de la ahora ausencia de uno de los dos y ella cerró sus ojos buscando consiliar el sueño un par de horas más.

Eso, hasta que su esposo volvió a hablar.

—Necesito una foto de tu vientre,  voy a renovar la que tengo en la oficina —y sin más, salió de la habitación.

Porque Levi Ackerman podrá ser conocido como el "hombre más fuerte de la humanidad", pero para May es simplemente un hombre amoroso que tiene la dicha de llamar esposo y padre de su futura niña.