𝗖𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟮: 𝗠𝗲𝗷𝗼𝗿𝗲𝘀 𝗮𝗺𝗶𝗴𝗼𝘀.

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Venía del colegio, me despedí de Giyuu-san quien me había acompañado a mi casa. Al entrar, dejó mi bolso en la entrada, me quite los zapatos y corrí a la sala para buscar a Shinobu.

Traía mis notas en mano ya que había sido la mejor de mi clase.

—¡Onesan! ¡Onesan! ¡Soy la mejor de clase! —gritaba con ánimo mi yo de 16 años.

Al llegar a la sala, estaban Kanae y Shinobu sentadas en los sillones, pero había alguien más que jamás había visto en mi vida.

Oh, Kaori, llegas justo a tiempo —dice Kanae con una leve sonrisa levantándose del sofá para acercarse a mi.

¿Quién es él? —pregunto señalando con extrañeza.

A eso iba, querida —me tomó de los hombros y me acercó a ellos —Quiero presentarte a Sanemi-san, él es mi novio —dijo mi hermana muy feliz.

Hola, Kaori —dijo el mencionado.

Él se levantó del sofá y extendió su mano hacia a mí.

Era más alto que yo claramente, su mirada era fija y algo fría. Yo tenía que verlo hacia arriba, así que esto me puso un poco tensa y nerviosa, incluso mis piernas temblaban.

Mi corazón... Mi corazón estaba latiendo con fuerza...
No sabía que era este sentimiento, pero no me gustaba...

Kaori, no seas grosera y...

¡Aléjate! —dije apartandome bruscamente.

Él me mira con cierta extrañeza.

Kaori, no hace falta que grites —dice Shinobu acercándose a mi.

¡No quiero ver a este tipo aquí en mi casa! —dije para después salir corriendo a mi habitación.

¡Kaori! —gritaron mis dos hermanas.

Yo simplemente no escuché y seguí corriendo. Llegué a mi habitación y me encerré. Me incline a la puerta y me senté en el suelo.

Mi corazón no paraba de latir.
Mis mejillas estaban muy calientes al igual que mi rostro, como si tuviera fiebre.

Al cerrar los ojos, su mirada volvió a aparecer...

Demonios... Esto no era posible...

...

Kaori... Kaori... Levántate...

Sentí como alguien me sacudía...

Poco a poco abrí los ojos.

—Solo cinco minutos más... —dije volviendo a cerrar mis ojos.

—Kaori, hazme el favor y levántate. Estos días siquiera haz desayunado, mucho menos dormido bien. Además que te dormiste encima de la computadora y todos tus cuadernos —dijo Shinobu muy molesta.

Al decirme esto, procedo a abrir nuevamente los ojos. Al intentar levantarme sentí un fuerte dolor en el cuello.

—Agh —demonios...

Al terminar de levantarme (que por cierto, fue bastante doloroso) vi que tenía la computadora aún encendida, además de que mi trabajo escrito había quedado por la mitad.

—Maldita sea... —dije mientras seguía escribiendo.

Sin darme cuenta, me había quedado dormida...

𝑂𝑑𝑖𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑎𝑠 𝑎𝑗𝑒𝑛𝑜 (ꜱᴀɴᴇᴍɪ x ʟᴇᴄᴛᴏʀᴀ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora