Arrugar mi entrecejo al sentir la calidez de los rayos del sol entrando por mi ventana se había vuelto mi costumbre. Sin embargo, aquel día era diferente, pues en cuanto fui lo suficientemente consciente, mis fosas nasales se inundaron de un olor desconocido.
Me senté de golpe y me puse las pantuflas para inhalar y confirmarlo mientras llegaba a la cocina.-Oh, ya estás despierta, ven. Preparé el desayuno.
En la mesa se encontraba lo que parecía ser un tipo de pan, aún humeante, la chica lo acababa de hacer. Unas fresas acompañadas de unos arándanos, unas semillas, y otros ingredientes se encontraban en aquella superficie creando un desayuno llamativo. Tragué la saliva que se había acumulado en mi boca por aquel olor que abrió mi apetito y como un dragón hizo mi estomago rugir.
—Toma asiento, o se va a enfriar.
Sonrío de forma amable y yo hice lo que ella me pidió. Tomé aquel pan cuya forma se asimilaba a una luna y lo acerqué a mis rostro, solté algo de aire por mis labios para enfriar un poco aquello. Y luego lo mordí, la textura era diferente, sentía como la sensación de satisfacción recorría mi cuerpo, era simple, no tenía otro ingrediente más que la masa y algo de queso siendo el relleno.
"—Hanna, ven o se va a enfriar. Podrás jugar con el dragón luego.
Los cabellos de aquella mujer se encontraban acomodados en un perfecto peinado, su rostro estaba iluminado por una cálida sonrisa. Sus ojos de diferentes colores se ocultaron un poco por su sonrisa.
Asentí ante su pedido y corrí hasta ella sentándome a su lado. Lamí mis labios ante aquel delicioso aroma. Tomé la media luna en mis manos y la mordí, estaba deliciosa.
—¿Te gustan? Esta vez las preparé para vos, como prometí que lo haría al regresar del viaje.
Su mano se dirigió a mi cabello y acarició este suavemente. Y aquella sonrisa de felicidad, fue reemplazada por una nostálgica y a la vez triste.
En ese momento, no sabía porqué. Luego lo entendí"
—¿Te gusta?
Asentí lentamente, sin palabra alguna. Estaba delicioso, aquel recuerdo que acompañó aquella sensación robó una sonrisa ladina de mis labios. Hacía mucho no comía una media luna, y había hecho que extrañara a los de mi madre.
—Está delicioso, gracias.
Le dediqué una sonrisa de labios sellados en modo de agradecimiento. Y tomé luego un poco del jugo de naranja que había en mi cáliz. La primer sensación de acidez hizo que arrugara mi cara, pero luego fue remplazada por el dulce de la fruta.
— Luego de comer podríamos ir a la cascada, o al mar. Debemos recolectar más ingredientes y me gustaría conocer los alrededores. Así que también podríamos ir al pueblo.
¿El pueblo?
—De acuerdo, pero el hada madrina no me deja ir al pueblo. Así que deberás ir sola.
No hizo preguntas solo asintió, y siguió comiendo.
La vida en la torre solía ser aburrida algunas veces el espejo mágico me mostraba que ocurría más allá. Pero yo nunca podía observarlo, mi destino era estar en aquel pequeño lugar y no acercarme al pueblo, nadie podía verme. Había quienes decían que incluso los pueblerinos al acercarse a mi torre, no podían ver mi rostro aunque yo estuviera frente a ellos, que se volvía borroso, pero aquello solo funcionaba si estaba cerca de la torre, en el pueblo. Cualquier persona podría verme.
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Lágrimas y polvillo de hadas.
Random«Llegó a mí con aquellas hermosas alas cristalinas de colores pastel. Me embriagó con su dulce voz. Empecé a escuchar melodías desde que escuché su risa...» «Me enseñó lo que creí que era el amor... Pero también lo que no debía ser. Y al igual que s...