Cometas.

9 0 0
                                    

"Quiero ver los cometas.
Quiero tocarlos con delicadeza,
apreciarlos de cerca .
Quiero unir las constelaciones, trazando con mi dedo.
Incluso encontrar las que aún no han sido descubiertas.

Quiero volar con el viento.
Quiero volar contigo.
Tomemos un poco de polvo de las constelaciones.
Y vayamos juntas a Nunca Jamás.

¿Por qué por un príncipe esperar?
Si de nuestras torres ambas podemos escapar.
Estoy segura de que el dragón no me extrañará.
Incluso me ayudaría a escapar.
Porque tanto le hablé de ti, que podía notar en la calidez de su humo cuanto se alegraba por mí.

Si los dioses, reyes, hadas, e incluso sirenas
incorrecto lo verán.
Solo lo podemos ignorar,
de seguro es que envidia nos tendrán.
Pues ellos necesitan de la magia para  el amor verdadero encontrar.
Cuando eso forzado y falso será.
Y nosotras con solo ver las estrellas, en los ojos de la otra.
Yo con ver las constelaciones de tus mejillas.
A través de cartas de papel con bocetos,
o descripciones.
Sin poder tocarnos,
acariciarnos...
Besarnos...
He descubierto el amor verdadero.

Así que escapa de la torre.
El dragón a las estrellas nos llevará.
En ellas nos bañaremos.
Y a Nunca Jamás nos iremos"

El día llegó tan rápido como uno de aquellos cometas atravesando el cielo. Una vez más estaba preparando el desayuno con un dolor de cabeza terrible.

—Resaca. Eso tienes, si no me agradaras tanto le diría al hada madrina que no seguiste una de sus reglas.

—Lo siento, me dejé llevar por el momento.

—Dijiste que solo llevarías una botella,¡ y se acabaron dos!

Una botella pareció no ser suficiente, así que había llevado otra, sin saber que al día siguiente me estaría arrepintiendo de hacerlo.
Me había levantado más tarde de lo usual, hice lo mismo de siempre darme un baño en la cascada antes de preparar el desayuno.
Olivia aún no despertaba, yo había decidido tomar las riendas de la cocina y preparar una sopa, según el espejo mágico aquello ayudaba para la resaca.

La sopa se cocinaba de forma lenta, y yo aproveché para acercarme al dragón por la ventana y tocar su hocico.

—Ve a cazar, estaré bien. Olivia está conmigo.

El dragón no solía abandonar la torre, y tampoco a mi, lo que le dificultaba cazar. Por lo general sólo lo hacía cuando el hada madrina me visitaba. Así él aprovechaba para cazar, pero hacía un tiempo que ella no venía y yo me había tenido que encargar de cazar su comida.

Un pequeño bufido fue su respuesta antes de apartarse de la estructura gris y abrir sus alas para ir a cazar al mar. Amaba cazar peces, lo había observado un par de veces. Era majestuoso.
Ver sus alas extenderse en el cielo, caer al agua y no inmutarse en esta, era fuerte, rápido y ágil.

—No aguanto la cabeza. Si en este momento la reina de corazones ordenara cortarmela, se lo agradecería.

La voz de la chica se hizo presente en la cocina, yo automáticamente dirigí mi atención a ella. Se encontraba algo despeinada. Su mechón rosa se había mezclado con un poco de castaño. Sus ojos de un color miel con detalles algo verdes, tenían pequeñas bolsitas de un color morado muy muy pasco dejabo de ellos. Tenía ojeras y aún así, Olivia se veía hermosa. Creo que la envidiaba.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 08, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Lágrimas y polvillo de hadas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora