El Padrino | Jaedo (Adaptación)

12

La siguiente semana es muy incómoda. Todo ha cambiado. Doyoung es dolorosamente consciente de lo que hay entre ellos, y no puede escapar sin importar el número de distracciones que intente. Lo han hablado en voz alta, trayéndolo a la deslumbrante luz de la realidad.

Ellos actúan con sumo cuidado alrededor uno del otro, evitando cualquier agitación. A Jaehyun parece molestarle todo ahora, hay tensión en todo lo que hace, todo lo que dice. Al parecer el simple hecho de tener que mirar a Doyoung le enfurece, y sin embargo no puede mantenerse lejos. Discute por cualquier razón y, aun así, desliza una mano sobre la parte baja de la espalda de Doyoung al pasar junto a él. No habla cuando se sientan juntos en la noche mientras miran la televisión, pero se sienta cerca, y siempre hay algún tipo de contacto, y es como si odiase cada momento, pero sigue deseando más, desafiándolo, llegando al límite.

Sus ojos miran a Doyoung por donde quiera que se mueva, siguiéndolo con la mirada mientras cocina, limpia o se va para ir a trabajar. Cuando Doyoung está en la cafetería a veces mira hacia a fuera y encuentra a Jaehyun caminando lentamente por delante de la ventana, mirando hacia adentro.

Y debajo de la superficie, Doyoung se siente culpable, porque Taeyong ha hecho tanto por él y no se merece esto, no se merece lo que está sucediendo a sus espaldas.

Taeyong trabaja demasiado en el período previo al Año Nuevo, porque se tomará las dos primeras semanas de enero para su luna de miel, dice que quiere dejar las cosas terminadas así no tendrá que preocuparse durante su descanso. Pero deja a Doyoung con Jaehyun, solos en casa la mayor parte del tiempo, y ambos están al límite entre tanta tensión provocada por el silencio de lo no dicho.

Sabe que Jaehyun hace el esfuerzo de estar ausente tanto como le es posible, pero cuando está en casa las cosas son tensas, de la manera más dolorosa y exquisita a la vez. Doyoung no puede respirar, siempre en el borde, siempre en espera del siguiente ataque de ira de Jaehyun, a la espera del próximo roce lento y deliberado.

Las cosas llegan a un punto crítico una noche, finalmente, tras el desarrollo de una discusión en la cocina. Doyoung ni siquiera sabe porque están discutiendo, pero provoca a Jaehyun lo suficiente como para que este tome a Doyoung de las caderas de repente, empujándolo contra la barra. —Ni siquiera me has preguntado acerca de él, —sisea y no tiene nada que ver con lo que estaban discutiendo, esta acusación arrojada por Jaehyun suena como si la hubiera estado conteniendo, manteniéndola encerrada en la jaula de su cerebro.

La cabeza de Doyoung sigue dando vueltas por el abrupto cambio de tema y la dura superficie clavándose en su espalda. Los ojos de Jaehyun son como una tormenta llena desesperación. Su voz apenas se escucha cuando dice—: ¿Qué?

Los dedos de Jaehyun aprietan en sus caderas, y muestra los dientes por un instante. —Nadie conoce mejor a Taeyong que yo, y sin embargo nunca, ni una vez me pediste que te contara alguna historia sobre él, —inclina la cabeza hacia un lado, acercándola a la de Doyoung —. Su infancia, —añade bajando la voz a un murmullo— como era al ir creciendo. Lo que solía hacer, los lugares a los que íbamos, los años de escuela. — Sonríe de forma cruel—. Todas las cosas que un hombre enamorado querría saber acerca de la persona con la que se va a casar.

El pánico invade a Doyoung y quiere escapar, pero no puede moverse. —Eso no quiere decir nada.

—¿No? —Jaehyun eleva la voz con ojos brillantes como fuego ardiente —. Tú has querido saber todos los detalles de mi vida.

—Estaba intentando conocerte, —dice Doyoung, casi suplicante— eres el mejor amigo de Taeyong.

Jaehyun resopla y ríe con amargura. —Ese es tu manto de seguridad. Parloteas repitiendo lo mismo cada vez que las cosas se ponen un poco peligrosas.

Doyoung entorna los ojos, porque esto se siente como un ataque personal, y no está interesado en ser expuesto de esta manera. —Lo repito, porque es lo único que importa —dice con firmeza, poniendo sus manos sobre el pecho de Jaehyun para empujarlo—. Esto tiene que parar.

Jaehyun resiste los intentos que Doyoung hace para alejarlo, presionándose más cerca, asfixiándolo con su peso desde el muslo hasta el pecho. Arrastra las manos por los costados de Doyoung, tira de sus caderas hacia delante, con triunfo en los ojos.

—Te has puesto duro —murmura, hablando casi contra la boca de Doyoung—. Te pusiste duro por mí.

No está mintiendo; el pene de Doyoung está pulsando con excitación, reaccionando a la proximidad de Jaehyun, al sensual gruñido de su voz. Esta tan duro como puede sentir que Jaehyun lo está, lo siente clavándose en el muslo.

—Que me sienta atraído por ti no significa que deba tirar mi matrimonio por la borda, —dice respirando entrecortadamente, y los ojos de Jaehyun se estrechan, algo sobre lo que acaba de decir calma su ímpetu.

—Tienes razón, Doyoung. —Se aleja derepente y da un paso atrás, Doyoung trata de recuperar el aliento—. Él es mi mejor amigo. Y en este momento lo estás jodiendo.

—Eso no es justo, —Doyoung se defiende cuando la rabia va inundándolo, se niega a cargar solo todo este peso sobre sus hombros—. No soy el único culpable aquí.

Jaehyun lo considera. Doyoung puede ver que todavía mantiene una erección. —No soy yo el que va a casarse con él.

Doyoung se desahoga en medio de una ola de ira y dolor, causada por el único pensamiento que ha tenido y que no puede decir en voz alta, la única cosa que está pretendiendo no es irrelevante, cuando es en realidad, posiblemente, la única cosa que importa. —No, tú no vas a casarte con nadie, ¿recuerdas? Porque tú no crees en el verdadero amor o en el compromiso o en cualquier cosa por la que valga la pena arriesgarse.

Entonces sale corriendo de la cocina, dejando a Jaehyun solo y en plena confusión, sale fuera del apartamento para caminar a través de la ciudad y sigue caminando hasta que puede ver con claridad, hasta que todo tiene sentido.

Sólo que no es cierto, nada tiene sentido y cuando llega a casa de nuevo, Jaehyun se ha ido.