Clases con mi Dage (Niecest +18)

Confesión

N/A: Hace mucho frio.

Huaisang cerró los ojos, su respiración entrelazándose con la de su hermano mientras el silencio de la casa los envolvía. Su corazón latía con fuerza en su pecho. Se había confesado. Era el fin.

Había guardado sus sentimientos durante tanto tiempo, años convenciéndose de que nunca tendría una oportunidad y que debía ser un buen hermano menor para Mingjue. Ahora, el miedo y el silencio persistente lo atormentaban.

Había cometido un error al olvidar el lazo de sangre que los unía, al usar la excusa de experimentar con Jiang Cheng para acercarse a Mingjue. Bajó la cabeza mientras se alejaba de su hermano.

—Yo... —murmuró, con los ojos comenzando a arder por las lágrimas que amenazaban con caer. Lo mejor sería huir y pensar en una forma de salir de este problema sin destrozar su corazón—. Lo siento, por favor olvida todo lo que dije.

Dio un paso atrás y giró hacia las escaleras. Necesitaba llegar a su habitación y encerrarse. Pero no dio ni un paso más cuando sintió cómo Mingjue lo agarraba del brazo con firmeza, impidiendo su huida. Intentó soltarse, moviendo su brazo de un lado a otro sin éxito; su hermano no quería dejarlo ir.

—Espera, Huaisang.

La voz de Mingjue no era un grito ni un reproche. Huaisang lo miró asombrado. ¿Cómo podía seguir hablándole con cariño después de su confesión?

—¿Me quieres? —Mingjue lo atrajo hacia su pecho y lo rodeó con sus fuertes brazos, cortándole todas las vías de escape. Huaisang buscó la mirada de su hermano y notó cómo sonreía, tan satisfecho.

—Yo... —Huaisang trató de hablar, de juntar algunas palabras coherentes, pero era imposible. Estaba en blanco.

—Lo repetiste dos veces —una de las manos de Mingjue acarició la mejilla de Huaisang y capturó un mechón de cabello, acomodándolo detrás de su oreja—. "Me gustas", ¿no es así?

—Yo... —La vergüenza comenzó a pintar su rostro de rojo. Necesitaba huir. Definitivamente.

—Incluso te quejaste de que no entendía —Mingjue juntó sus frentes sin dejar de sonreír.

—Yo...

—Pero Huaisang, yo entiendo —y sin dejar de sonreír, paseó sus manos por la cintura del menor, sus rostros se acercaban más y más, hasta que la distancia desapareció. Mingjue lo estaba besando—. Entiendo.

Y aunque no era su primer beso, este se sintió lleno de adrenalina, más que cualquier otro. El mundo parecía detenerse.

—¿Dage, esta es tu respuesta? —Huaisang lo abrazó, ocultando su rostro en el pecho de Mingjue en un tonto esfuerzo por no mostrar su cara roja.

—¿Hubo una pregunta?

—Idiota —el menor lo golpeó en las costillas, o al menos lo intentó; nunca podría ni hacerle cosquillas a Mingjue.

—Huaisang.

—Perdón, perdón.

Mingjue se rió mientras lo alzaba al estilo nupcial y subían las escaleras al segundo piso—. Me gustas, Huaisang —su seguridad golpeó el corazón del menor Nie—. Incluso puede que más. Demonios, nunca creí que podría decirte esto... creo que estoy muy feliz.

—¡Yo también, Dage! Estoy muy feliz, realmente feliz —acunó las mejillas del mayor y lo atrajo hacia sí, fundiéndose en otro beso largo y demandante.