Pequeños relatos de amor (One-shots)

Tardío

Al día siguiente empezó normal, para todos, y en apariencia también para Sofía, aunque, en verdad solo estaba esperando la hora de la salida para hablar con Volkov, pensaba bien en cómo se disculparía mientras iba caminando hacia su siguiente clase cuando vio a una amiga de otro grado.

—Hola Jessica... ¿No tenías clases a esta hora?— sonrió de lado, intentando pensar en otra cosa, sintió que debía distraer su mente un momento, Jessica era alguien bastante alegre y divertida, sabía que eso calmaría un rato su malestar.

—¡Hola Sofi!— la abrazó y le dió un beso en la mejilla —Según así era, pero el profe de historia no llegó y no nos avisó!!!— se veía molesta, ya que era su materia favorita desde siempre y le gustaba la forma de enseñar del profesor Volkov.

Ante las palabras de su amiga, se le revolvió el estómago de manera violenta, sintiendo como toda la sangre abandonaba su rostro.

—Y-ya veo, eso es terrible— trató de ocultar su malestar, aunque en ese instante sólo deseaba ir a un lugar solitario y hacerse bolita.

—ush!! ¡¡Si!! En cuánto lo veas dale un golpe por mi— Jessica estaba centrada en su frustración que no escuchó el crujido del corazón de su amiga.

—C-claro, yo le digo— rió y trato de seguir la broma, pero decidió inventar una excusa para huir de allí.

Luego de ello, llegó tarde a su siguiente clase, pero debía calmarse un poco para continuar con sus actividades, se sentía culpable, una culpa tan profunda que no dejaba su mente ni cuerpo en paz, comenzó a pensar en todo lo que pudo haber pasado.

"¿Que tal si alguien nos vió?... ¿Y si lo despidieron? Y ¿Si renunció?..."

"¿Que he hecho?..."

El día transcurrió en agonía, al igual que el día siguiente, y el siguiente después de ese. Los días se volvieron semanas y así hasta cumplirse dos meses. La ferviente culpa que inundaba su ser pasó a ser un sentimiento pasivo en su día a día, ya no le interrumpía la vida, pero si permanecía en ella. Luego de ese tiempo, se enteró por una amiga, que tenía una prima en otra ciudad, que ahora el profesor Volkov estaba dando clases en otra escuela, una flama casi extinta se encendió en su corazón, quiso correr a buscarlo y pedirle disculpas, pero, se dió cuenta que las cosas estaban mejor así, cada quien por su lado, y que esa tarde soleada solo fue un impulso del momento, un recuerdo que debía ser olvidado por ambos, sólo le aliviana que estuviese bien.

"Esto es lo mejor para ambos... Le deseo lo mejor profesor..."

Pensó mientras iba de camino a casa y veía hacia el cielo, con la brisa despeinado su pequeña melena castaña.

Los años pasaron, Sofía se graduó de la preparatoria e ingresó a la universidad, su vida había vuelto a ser como antes, aún así... No pudo olvidar al profesor Volkov... 

Durante una tarde de invierno, cuando ya no tenía ningún pendiente, decidió ir a su cafetería favorita, para leer y beber un capuchino mientras se relajaba del estrés de sus exámenes finales.

"Ahhhhh que cansancio, solo quiero tomar algo calentito y comer algo dulce..."

Se quejó internamente mientras ingresaba al local. El lugar era acogedor, con acabados de madera y una luz cálida que abrazaba todo el lugar, Sofía se acercó a la barra para hacer su pedido; un capuchino y un mousse de chocolate, algo para empezar la tarde.

Caminó hacia las mesas del fondo, eran muy tranquilas, así que, eran perfectas para leer, al sentarse, de su mochila sacó un libro, ya  desgastado por el paso del tiempo, era el mismo de aquella vez primera en que conoció a aquel hombre. Luego de la partida de Volkov, no pudo terminar la historia, porque recordaba las circunstancias de aquel día, aunque, eventualmente lo terminó. El final le resultó agridulce, ambos protagonistas recuperaron sus poderes e hicieron un acuerdo de paz, para que, años después, confesaran su amor.