Decisiones y un par de reglas.

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Un chisme corre igual de rápido en un vecindario que en una oficina. Light camina por los pasillos con el mismo andar altivo mientras Elle lo sigue, éste último nota como desde los cubículos algunos le guiñan el ojo como diciéndole «así se hace, campeón» y otros lo miran con desagrado o quizá decepción. Lawliet se aguanta los murmullos y las miradas de burla quizá por respeto a su jefe o quizá porque sigue demasiado confundido. Sin embargo una vez llegan a la oficina cierra la puerta y camina hasta el escritorio frente a su superior, quien como si nada pasara está abriendo unos archivos.

—¿Qué ocurre? —Pregunta el castaño al sentir una insistente mirada sobre él.

—Estoy esperando que me expliques qué está pasando.

—Tranquilo, te beneficiará.

—Repito: estoy esperando que me expliques qué está pasando.

—Aiber iba a ser tu jefe. —Dice sin apartar la mirada de los papeles.

—Ah claro, eso explica por qué debemos casarnos.

—¿Y cuál es el problema? Todos en la oficina saben que eres gay.

—Bisexual —corrije—. Y una cosa son mis preferencias pero tú nunca habías hablado de las tuyas, ¿qué dirán los demás? Te comerán vivo.

—Dudo mucho que alguno de ellos se atreva a cuestionarme.

—Tienes razón pero...

—¿Acaso Elle Lawliet se estaba guardando para alguien especial? —Sonríe de forma burlesca mientras apoya los codos sobre el escritorio.

—Quiero creer que sí, sin mencionar que es ilegal. —Toma asiento en una de las butacas, retirándose el sudor de la frente con el dorso de la mano.

—Que ingenuo. Buscan a los terroristas, no a personas como nosotros.

—Light, no voy a casarme contigo. —Dice despacio, como si así fuera a lograr que su mensaje sea bien recibido.

—Sí lo harás, ¿quieres saber por qué? —levanta la mirada, enfocándola en su pálido subordinado— Porque tu hermoso sueño de tocar la vida de millones con tu libro está en mis manos —Elle traga saliva, abriendo los ojos por completo—. Aiber no dudará en despedirte, te lo aseguro, y los cafés, las horas extras, haber sacrificado días libres, las compras que te hice hacerme a medianoche no habrán valido la pena y tu sueño de ser escritor desaparecerá —el pelinegro escucha, respirando agitado y jugando con sus manos—. No te mortifiques, tras el plazo obligatorio haremos un divorcio rápido pero hasta entonces, te guste o no, tenemos que ser cómplices. Ahora, vuelve a tu trabajo, por favor.

Y sin más, Light regresa la mirada a los papeles sobre su escritorio, ignorando la preocupación y malestar reflejado en el rostro de Elle.

oOo

Sus superiores le pidieron que lo hicieran legal y es lo que Light pretende hacer, así que ese mismo día van a las oficinas de migración. El problema es que el lugar está repleto y según la percepción del castaño, la mayoría son personas vestidas con harapos y algunas cuyo aspecto los hace lucir como ex convictos. No puede evitar verlos por sobre su hombro, es difícil que su traje de diseñador y zapatos de cuero italiano no destaquen en un sitio como ese. Llegan a la fila pero es demasiado larga, Light siendo el hombre exitoso y ocupado que es, le parece buena idea y se cree con el derecho de abrirse paso, Elle lo sigue de inmediato luciendo avergonzado y pidiendo perdón en voz baja a cada uno.

—Quiero solicitar esta visa para esposo. —Light coloca los papeles sobre el mostrador, dándole la espalda a la mujer que era la siguiente en la fila.

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