Hogar Dulce Hogar

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A la mañana siguiente desperté con severo dolor de cuello y una manta encima, me dolía hasta el alma por haberme dormido en esa silla, justo luego de acostarme en la cama de mi madre Judith entró a la habitación un poco atareada.

Judith: Querido Josh, sus tías y primos llegaron hace un tiempo, no paran de revisar toda la casa y preguntan por usted, necesito de su ayuda.

Josh: ¡Joder, lo olvidé Judith!, ¡Ayúdame a levantarme por favor!.

Justo como creí, lo había olvidado, corrí inmediatamente a mí habitación para organizarme y encontré a Mateo, uno de mis primos, husmeando entre los cajones de mi habitación.

Josh: ¡¿Que rayos haces aquí y qué estás buscando?!, ¿Acaso se te perdió algo?.

Mateo: ¡Primo del alma!... Veo que se te olvidaron algunos modales por la muerte de mi tía, no te preocupes, estoy bien, un gusto verte...

Josh: ¿Acaso me ves cara de estúpido?

Mateo: ¿Quieres escuchar la verdad?

Josh: ¿Sabes qué? Mejor vete te aquí, voy a cambiarme.

Mateo: Claro, lo que digas rey.

¿Que estaba buscando? Se veía apurado, sabía lo que hacía, creo que debo llevar el testamento de mi madre a un lugar más seguro, mientras tendré que arreglarme para ir a tratar con todos aquí, supongo que debe ser un caos allá abajo.

Después de estar listo paré un momento frente a las escaleras y le pedí a Judith que los reuniera en el salón principal. Había escuchado de varias bocas que no hay lugar como el hogar, si lo piensas bien, seguro que le encontrarás sus razones pero de mi parte obviamente no estaba de acuerdo con esa frase, pienso más en que el hogar lo hace la persona con la que lo estás y la famila tampoco lo es sólo por el lazo sanguíneo, ahora imagínense qué me queda a mí que ni siquiera llevo su sandre en mis venas.

Bajé al salón y saludé a todos, creo que en mi vida había recibido tantos abrazos hipócritas como esos, fueron tantos acompañados de una tensión que finalmente fue dispersada cuando mi tía Ana entró al salón con unas bandejas.

Ana: ¡No hay ánimo que el café no mejore!, aquí te traigo el tuyo Josh, sabes que tu madre siempre fue amante de mi café.

Josh: Si, muchas gracias tía.

Lo agarré sin siquiera pensarlo para evitar más disgustos de parte de mí "familia", obvio que esperé a que se enfriara un poco mientras escuchaba largas conversaciones entre mis tías sobre cómo eran las cosas cuando vivían en el rancho con mis abuelos, estos eran eran los únicos momentos en dónde sentía que hacía parte de la familia, momentos que obviamente han sido pocos hasta el día de hoy. Cuando el café se sentía menos caliente fuí probando poco a poco y estaba igual que siempre, delicioso, me preparé para un sorbo aún más grande cuando mientras lo inclinaba sentí algo duro como un palillo tocar mis labios, ¿Que era eso?, Tomé una servilleta y al siguiente sorbo lo agarré con los dientes para luego poder agarrarlo, inmediatamente me di cuenta de lo que estaba pasando... Era una maldita aguja, había una aguja en mi café, ¿Que clase de ingrediente secreto es este?, Debe ser una broma, si lo es en verdad es una broma de muy mal gusto.

Respire profundo para no entrar en pánico y me dirigí lentamente al baño para terminar de entender o por lo menos tratar de comprender qué demonios acababa de pasar en ese salón, ¿Quizás fue una equivocación no?, Mi tía no tiene ni la más mínima idea de cómo se usa una aguja, no podía ser un error, ¿Y si fue alguien más?, Puede ser, creo que la más amigable de todos era mi tía Ana, no creo que me odiara o por lo menos no tanto como los demás, ¿Esto explica lo que hacía mi primo en mi cuarto hace un rato?, ¿Tiene que ver con mamá en algún punto?, Joder... Todas estas ideas estaban pasando tan rápido por mi cabeza hasta que mi mente se concentró en una sola pregunta que concluía en lo ridícula que había sido aquella situación retorcida... ¿¡ALGUIEN ESTÁ TRATANDO DE MATARME!?

¿𝘘𝘶𝘪𝘦́𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘢́ 𝘵𝘳𝘢𝘵𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘮𝘢𝘵𝘢𝘳𝘮𝘦?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora