(( ☁️#,, 𝐕𝐄𝐍𝐔𝐒: a harry potter fanfic ))
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━━ "Siempre hemos sido él y yo. Nadie
nos ve como realmente somos.
Pero él sabe quién soy yo. Y yo sé
quién es él. Sabemos que somos
...
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⌗𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐎𝐎𝟓 . . . !! "bonjour, mademoiselle".
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La mañana siguiente amaneció nublada, con los vestigios de la tormenta del día anterior cubriendo el cielo. La profesora McGonagall me despertó suavemente, con una carta en su mano derecha. El trocito de papel resultó ser de mamá, que lo había firmado no solo con tinta, sino también con las salpicaduras de lágrimas que emborronaban las letras en algunos puntos. Incluso sin escuchar su voz o sin ver sus expresiones pude adivinar que estaba muy arrepentida, y que me rogaba para que volviera a casa.
—¿Qué quieres hacer entonces? —me preguntó la profesora McGonagall cuando recorrimos las escaleras del hotel en busca de la sala de buffet libre.
"¿Qué quiero hacer?", me pregunté mientras seleccionaba mi desayuno, mientras mordía la tostada y dejaba que la mantequilla salpicara mi plato o incluso mientras le daba vueltas al yogur de coco, distraída y abrumada por la hoja en blanco en la que se había convertido mi futuro. Como solía pasar después de las discusiones, mis pensamientos parecieron convertirse en un laberinto con una encrucijada temible: escapar de casa y tratar de sobrevivir siendo una cría de once años como el camino de la izquierda, y a la derecha se encontraba el perdón, el regresar a los brazos amorosos de mamá y a la calidez de la chimenea en invierno. Pero por alguna razón, que carecía de lógica, la derecha solía parecer una trampa y la izquierda mi mejor opción. Aunque siempre acaba caminando por el camino de la derecha.
—Creo que volveré a Francia, con mis padres y mis hermanos —le respondí finalmente a la profesora, sintiendo la culpa atacándome al recordar como había dejado a mis hermanos atrapados con el basilisco en el que se convertía mamá cuando se enfadaba.
—¿Estás segura? En el castillo podríamos...
—Muchas gracias, profesora, pero tampoco querría abusar de su amabilidad —repuse, ignorando el molesto dolor, afilado y suplicante, que sentí al pensar en lo que sería un nuevo comienzo con la profesora McGonagall en Inglaterra. Quise que la profesora insistiera una vez más, porque estuve segura que entonces no podría negarme, pero ella solo acertó a sonreírme, quizá pensando en lo leal y apegada a mi familia que era.
