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Son las diez y veinte de la mañana cuando Minho se levanta de nuevo, mira su celular y deja salir un gruñido fastidiado porque perdió el autobús por quedarse dormido. Sin poder hacer mucho, quita el brazo del alfa que está abrazando su cintura, se sienta en la cama y entra en la página de la estación de autobús en el navegador de su teléfono, busca una próxima salida y la única que encuentra disponible es a las cinco de la tarde, así que no lo piensa cuando ya está presionando el botón para confirmar su compra. Una notificación de su tarjeta que sólo usa para emergencias le llega segundos después y hace mueca, suspirando con cansancio.

Se frota el rostro con una mano, sintiéndose bastante despierto y descansado ya que tuvo una larga siesta como no había tenido en un buen tiempo. Sin embargo, su cabeza le duele por el alcohol ingerido la noche anterior, punza y fastidia como nunca, sólo haciéndolo maldecir y frotar sus sienes como si eso pudiera ayudarlo a apaciguar el dolor. No funciona, la luz que se filtra por la ventana y el ruido fuera de la habitación además de los ronquidos de Hyunjin profundamente dormido a un lado no están ayudando para nada a su dolor de cabeza, así que no tiene de otra que ponerse de pie para enfrentar su día. Sus huesos crujen cuando estira las piernas y los brazos, despeina su cabello y bosteza en grande. Luego se gira a mirar al tigre, quien tantea la cama en sus sueños, buscando algo que abrazar, por lo que Minho le da una almohada y lo cubre con la sábana para dejarlo dormir en paz.

Al salir de la habitación, el ruido se hace más claro, es la televisión en la sala de estar encendida a un volumen bajo, pero lo escucha como si le estuviera gritando en sus sensibles orejitas de conejo. Conforme más se va acercando al pasillo, nota entonces el olor a comida cocinándose, el aroma de Hyunjin en el aire y uno extra que lo hace detenerse en seco en la entrada a la sala. Su corazón comienza a latir fuerte y su omega se altera, olfateando el aire para tratar de obtener más de ese bosque que tanta calma le trae. Las bayas, los pinos, la tierra oscura y las hojas caídas, el aroma es tan fuerte que sólo lo hace tragar saliva, sintiendo el rubor comenzar a calentar su rostro. Tiene miedo de seguir avanzando, pero su omega interior se pone más ansioso por ver al dueño del perfume que lo enloquece, obligándolo a caminar para asegurarse de que realmente se trate de él. Lo hace, guiado por su instinto, se camina los pocos pasos que lo dirigen a la entrada de la cocina, vislumbrando ese cabello oscuro y esos hombros anchos que le dan la espalda.

Su respiración se entrecorta, casi jadeando porque su omega reacciona de inmediato. El alfa parece notarlo, ya que se gira para mirarlo directo a los ojos, sonriéndole en cuanto lo ve. Se ve tan atractivo, esas tupidas cejas, esos ojos inclinados, los regordetes labios, su cabello negro y largo, el fleco que le cubre la mitad de una ceja. Lleva un delantal gris sobre un suéter rosa y jeans de mezclilla claros, calcetas blancas de sus pies. Es tan guapo que le saca un suspiro, sintiendo un extraño tirón en lo que parece ser la conexión de matches que comparten. Su lobo también lo saluda, aunque es demasiado distante y educado, no queriendo incomodar.

─ Buenos días conejito, ¿dormiste bien?

Los recuerdos borrosos de anoche lo azotan entonces. Su cabeza duele al recordar al alfa llegar, ofreciéndole esa misma sonrisa, su voz pronunciando el mote, sus manos sosteniendo su cuerpo. Sus ojos se abren desmesurados viéndose a sí mismo lanzándose al alfa con tanta confianza, restregándose en su cuello, olfateando como un atrevido necesitado, incluso recuerda haberle llamado señor lobo de nuevo, lloriqueando porque su chaqueta perdió su aroma. Zanahorias podridas, ¿él en serio le hizo pucheros porque su aroma se perdió? ¿En serio le confesó en la cara que estuvo usando su olor hasta que se desvanecido de su chaqueta? ¡Le dijo que le gustaba el olor de su alfa, por todas las bayas silvestres! Se cubre la boca, sintiendo su rostro encenderse por el bochorno, ardiendo. Incluso sus orejas y su colita esponjosa saltan libres del susto para tratar de protegerse a sí mismo.

wolf's gaze,, minchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora